Yo no te voy a sermonear, como si fuera la víspera de la entrega final de un trabajo de ciencias y apenas estuvieras buscando dónde quedaron las sobras del libro que sabes que se comieron tus perras hace semanas.

Tampoco te voy a hablar de mi experiencia porque no quiero que vivas la vida como yo (pese a  que eres muy ochentero en gustos musicales, justo la época en la que fui adolescente). Igual tampoco me he presentado a un reality.

Y menos, te voy a consolar. Aquí la triste soy yo que estoy frente al computador espantando fantasmas mientras tú parchas con tus amigos del barrio y muy seguramente estarás cantando feliz a grito herido en el parque, tocando el ukelele. Tu capacidad para volver a empezar siempre me ha inspirado.

“Rendirse no es opción” lo dijiste en el vídeo que te prepararon en La Voz Teens para presentar la audición que perdiste. Lo dijiste porque nunca te rindes, ahí está la prueba de 4 años de quimioterapia.

Ahora se me vienen a la cabeza las horas y horas que le dedicas a cada canción nueva que aprendes en batería, en bajo o en guitarra y no te levantas hasta que suena perfecto. Y al día siguiente vuelves y lo haces y así es con la música desde que tienes 7 años. Persistes hasta que lo logras. Eso me gusta de ti.

Recordé también lo exigente que eres contigo mismo si algo suena diferente o raro cuando estás ensayando y volviendo a ensayar algún instrumento. Entonces, esta carta tampoco es por este lado: no te voy a decir que me parece que te faltó esto o aquello para que se voltearan los jurados. No se voltearon y ni modos. ¿Quién soy para opinar sobre un acto que considero sobrado de valentía? El riesgo de pararte ahí lo corriste y eso también cuenta.

Y te dolió. Tuviste miedo tal vez. Pero, ¿perdiste en realidad? Vamos a hablar en tu idioma, con la ayuda de unos datos que me pasó tu hermano Daniel. Ed Sheeran se presentó a un reality y ni siquiera pasó. Compone desde los 14, como tú, dejó el colegio (como espero que no lo hagas tú), para dedicarse a la música, y a hoy ya ha vendido más de 10 millones de copias de una canción, amén de los Grammy.  Va uno.

Quien nace para músico sabe que es un amor eterno pero que las puertas no están abiertas siempre. Calvin Harris intentó durante 10 años de su vida que los “jurados” de una disquera se le “voltearan” para escuchar y aceptar sus demos. Hasta que llegó el día… ¿Sabes cuánto cobra Harris hoy día por presentación? Van dos.

A Charlie Puth se la montaban en el colegio al punto de que nunca cogió una guitarra en público para evitar notoriedad. Murió un amigo suyo, compuso See you again y los de Fast and Furious 7 la vieron como la canción perfecta para la banda sonora de la película en homenaje a Paul Walker. Ahí empezó todo. Hacer lo que se siente, no desfallecer, vivir el duelo, pasar las páginas y volver a empezar.  De eso se trata la vida.

No siempre las cosas se dan como suponemos que van a ser. Tu registro de voz es bajo y te asignaron una canción que no va con tu registro. Estabas incómodo. Pero la vida también es eso. No siempre “cantamos” las canciones que nos gustan, no siempre controlamos lo que va a pasar, no siempre “cantamos” en nuestro “registro”. No soy ejemplo de mucho pero recuerda que me fui de mi último trabajo porque llevaba demasiado tiempo “cantando” en un “registro” diferente al mío. Ahora volví a ser feliz.

Yo no creo que Anderson Paak fuera feliz mientras tuvo que vivir en la calle con su familia, ni que el gran Sam Smith lo fuera mientras lavaba inodoros o Lady Gaga, cuando fue stripper. Yo sé, son ejemplos extremos, lo sé, pero te dan la medida de hasta dónde se sacrificaron grandes músicos por perseguir sus sueños.

De hecho, una lección parecida me la diste con tu lucha contra el cáncer. No tenías dos años y te empecinaste en batallar y mira, ¡vives! Crees en los milagros, crees en que todo se puede lograr con esfuerzo y dedicación, cada año decides un instrumento y lo trabajas día y noche hasta que lo tocas como quieres. Así ha pasado con la batería, con el bajo, con la guitarra y ya agarraste el piano y el ukelele. ¿A dónde quieres llegar? El límite siempre lo pones tú.

Estoy muy orgullosa de tu audición. Tal cual como sonó. Porque ante todo eres un ser humano que dice lo que siente, que reconoce sus errores como lo hiciste en público no solo en la audición sino al día siguiente en el programa al que fuiste invitado. Entonces no creo que hayas perdido. Es por ahí, Mateo. Yo sé que lo tienes muy claro.

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