Hace un par de semanas estaba mi hija con sus amiguitas y una señora adulta bastante amargada, algo así como un Grinch; vino naturalmente el tema del niño Dios, entonces cada una le preguntaba a la otra qué le iba a pedir, si ya había hecho la carta y demás.

Una hablaba de tal muñeca y otra hablaba sobre tal juguete o tal videojuego. Luego ella, mi hija menor, llegó a la casa y me dijo con una mezcla entre extrañada, asustada y molesta: “papá, ¿verdad que el niño Dios son los papás?, lo que pasa es que esa señora nos dijo”.

Más exactamente, entre palabras y palabras, la señora adulta había metido la cucharada y dijo que ella no creía en el niño Dios y que el niño Dios era, ni siquiera los papás, sino literalmente dijo que era la tarjeta de crédito de los papás. Yo la miré y le dije que qué mentira, que los adultos siempre querían, con su evidentemente mayor poder de convicción, meterles cuentos chinos y a ustedes, los niños, les tocaba creérselos. Le dije que no le creyera nada  a esa señora y le argumenté mil razones.

Además ayudó mucho que la señora es una antipática y una jarta. Pienso que la ilusión debe vivir unos cuantos años más, nada más bello que eso, así sea Niño Dios o Papá Noel.

Independientemente de lo que ustedes señores adultos crean, es importante que esa magia perdure en los niños, no es justo cortarles de tajo esa belleza. Es la Navidad y además de eso es el fin de semana, así que les tengo una película memorable: Heidi.

Traten por ahí de buscarla en su cartelera de cine, no está en muchos lados, es una película muy bella, es la adaptación en persona (sí, en humanos) de la clásica obra con la que crecimos. Siempre recordaremos a Heidi y qué lindo inculcarle esa historia, llena de tantos valores, a los niños de ahora.

El director se llama Alain Gsponer, la actriz que interpreta a Heidi es Anuk Steffen y la que interpreta a Klara, la amiguita que está en silla de ruedas, se llama Isabelle Ottmann. Es idéntica la casa, los cuencos para tomar agua, las mesas, la madera y la silla de ruedas, particularmente, es muy bonita, superantigua.

Heidi

Véanla y se regocijarán, se lo aseguro, es el propio cine europeo.

Aparte de esto está el festival de cortometrajes Bogoshorts, en varios lugares de la capital. Va hasta el 13 de diciembre y me quedo corto (literalmente hablando) si les cuento todo lo que hay; entren a www.bogoshorts.com y lo averiguarán en su totalidad. Por ahí nos veremos si algo, probablemente yo vaya a usar una camiseta de Star Wars dentro de mi indumentaria. Estoy todavía planeando mi pinta, no lo sé aún, pero en alguno de los eventos de Bogoshorts estaré, hay trabajos de todas partes del mundo muy interesantes. Los espero.

Yo todavía tengo creencias e ilusiones. Sigan con todo este arte, con la magia de la niñez, no dejen que nadie lo apague. Los desenlaces como el de Heidi son mágicos, así debe ser nuestra vida y la de nuestros niños. Sin tanto Grinch que anda por ahí.

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