El aviso era evidente. Debajo de la señal de prohibido parquear estaba un vehículo. Por la calle 122, de subida, solo cabía un carro, ya que el otro carril estaba bloqueado por un vehículo en franca infracción.

Es así como los carros mal parqueados generan un gran caos y afectan la movilidad en Bogotá. Aunque las explicaciones para mejorar el tránsito pueden ser innumerables, estas malas conductas, de los conductores, hacen que el tráfico será cada vez peor. Los avisos son sagrados. Cada uno de esas señales puede servir para evitar las congestiones.

Uno tras otro automóvil parqueado en lugar prohibido suma una importante área de obstrucción y genera un punto más de trancón. Algo así como la suma de gotas que al final llenan el vaso o más aún el balde.

Las vías en Bogotá son de por sí estrechas pero si a ellas se les quitan carriles por el mal parqueo, el espacio se reduce mucho más.

En cuanto al tema de vías, otro caso absurdo tiene que ver con las obras que en lugar de generar espacio, se convierten en embudos o en elefantes blancos.

Sin duda, el puente de la calle 100 con carrera 15 es una bonita obra de ingeniería y arquitectura, pero su eficiencia o la posibilidad de ayudar a congestionar la vía, para lo que supuestamente fue construido, es prácticamente nula.

En la parte baja se congestionan todos los vehículos que buscan ir hacia el oriente de la calle cien, mientras el puente como tal recibe una parte mínima del tráfico.

Lo que resulta más absurdo de esta obra es que quienes toman el puente solo pueden buscar la calle 100. Los demás usuarios, como quienes necesitan la carrera 19, resultan impedidos.

Entonces el puente, sin orejas y como opción para un reducido número de usuarios, no ha resuelto sino en una mínima parte el difícil problema de tráfico de la zona.

Pero tal vez el caso más absurdo del sector es el puente de la 106, que de extraña manera termina justo en un semáforo. Y para cualquier simple citadino es evidente que los puentes son hechos precisamente para obviar las luces rojas.

Finalmente son detalles que ojalá le preocupen al alcalde Peñalosa o a alguno de sus colaboradores. Las sanciones y no repetición de los mal parqueados resultan de fácil solución, mientras que el ajuste del puente de la 100 será más difícil y el arreglo del puente de la 106 prácticamente imposible.

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