Por todos los medios salen pontificando sobre paz personas que han sido negativas para el país. Entre estos tenemos a César Gaviria, Roy Barreras, Armando Benedetti; Álvaro Uribe y sus figuras más problemáticas del Centro Democrático; Ernesto Samper, y personajes de la izquierda que solo ven el país en el comunismo que ha fracasado históricamente, pero que atraen por el populismo de la oposición demagógica.

El riesgo es que los colombianos confiemos en sus palabras, con claro interés particular, y no leamos el acuerdo firmado en La Habana entre el gobierno y las Farc.

Ojalá no nos pase como con la Constitución del año 91. Mi profesor de Constitución Nacional la calificó como una para “ángeles”, lejos de las realidades del país, sus costumbres y problemas.

Tenemos que leer el acuerdo para formar nuestra propia opinión. Los medios de comunicación cumplen su función básica de informar hasta cierto punto pero, desafortunadamente, siempre les preguntan a los mismos personajes que van en contra de las buenas costumbres, la ecuanimidad, la honestidad; como si fueran referencia y autoridad moral, cuando en realidad tienen rabo de paja y son grandes responsables del florecimiento del narcotráfico, de la delincuencia y el apogeo de corrupción.

Cómo desearía que los medios relegaran a los históricos lagartos y  los ‘sancionaran’ socialmente. Parece que tuvieran “cuotas” en los medios para que los estén persiguiendo para que den sus “opiniones”.

Es ingenuo pensar que el plebiscito vaya a incidir en los acuerdos ya firmados. El sí y el no son un placebo, una manifestación política sin dientes. Lo importante es leer el contenido y prepararnos para que, desde la democracia,  empecemos a exigir y elegir, por primera vez, gobiernos locales y nacionales de calidad en 2018.

Tarea ardua y difícil gracias a la “puerta giratoria” de esta república bananera donde los Gaviria, los Uribe, los Galán, los Lleras,  los Samper y los Santos parecen tener garantizados sus puestos.

No tenemos opción ni margen para el error democrático. Si queremos un país en paz, tenemos que elegir bien informados. Los acuerdos pueden parecer loables siempre y cuando el Estado no sea corrupto ni populista. En malas manos, los acuerdos pueden ser el camino para un país más pobre e inequitativo.

Un paso crítico para la paz, es leer el acuerdo. No podemos cambiarlo, no podemos detener su curso. Lo que sí está en nuestras manos es proteger nuestro país de las personas disfrazadas de paz, apoyándose en nuestra corta memoria y necesidades insatisfechas.

Tenemos ahora una oportunidad para que los acuerdos queden en buenas manos en 2018. Paralelo con los acuerdos, empecemos a exigir personas moralmente y técnicamente capaces  para ejecutarlos. No más demagogia, ya debemos asumir nuestra obligación como ciudadanos para defender la democracia contra la corrupción.

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