Se cumplieron dos fechas más de las Eliminatorias a Rusia 2018, y marcadores al margen, fueron varias cosas las que dejaron. Acá, cinco para no alargarnos.

El chivo expiatorio

Stefan Medina es el Lee Harvey Oswald de nuestro país, la persona a la que le echamos la culpa de todo. Claramente no es Dani Alves, pero lo estamos crucificando de manera irracional. Medina es de esos jugadores que cuando cometen un error lo hacen de forma tan evidente que hacen pensar cómo es posible que un tipo así sea profesional, pero no es suya la culpa de que Colombia perdiera con Brasil.

Tuvo que aguantarse a Neymar, Marcelo y Renato Augusto, que atacaron juntos por su punta, y en el gol de el del Barcelona estaba en el centro del área marcando a alguien más, a quien alcanzó a quitarle el balón. Uno de sus compañeros debió estar ahí marcando a Neymar.

Neymar y James en Copa América 2015. Imagen de referencia.
Getty / Getty

Además, en dos oportunidades desarmó a los rivales en el área ce Colombia cuando ya estaban listos para rematar y se juntó con James Rodríguez para dejarle limpia al 10 una pelota en la puerta del área brasileña. James remató horroroso en lugar de dársela a uno de  sus compañeros que estaban más cerca al arco contrario. De esas tres buenas jugadas de Medina nadie habla.

Yo habría salido con Arias, y coincido en que Stefan no alcanza a cuajar, pero esa montada en gavilla, que es lo que nos gusta, es desproporcionada

El HD

No hay derecho a que en tiempos de la lata definición nos toque ver los partidos de eliminatoria por televisión como si se estuviera buscando la clasificación a México 86. En el juego de los canales HD, RCN y Caracol, el gobierno y los cableoperadores se pasan la pelota entre ellos y nadie asume la responsabilidad.

Tras de que son muy regulares los canales y sus comentaristas, encima hay que aguantarse una imagen bien precaria. Y eso de tener la opción del HD en formato TDT es como no tener HD. Sin señal en alta definición, paga el usuario, y cuando la pongan, también tendremos nosotros que pagar por ella.

Notas con los hinchas 

Las hacen los canales antes mencionados, pero también Win Sports, y hasta ESPN y FOX: entrevistas a los hinchas antes de los partidos. En el gremio se les llama ‘Notas de color’, y tienen como objetivo darle alegría y variedad a la previa del partido. Pues nada más deprimente que un hincha disfrazado y ebrio diciendo cuál va a ser el marcador.

Pocas cosas desnudan más la estupidez humana que entrevistar a uno de ellos. Si yo fuera director de transmisión, erradicaría ese tipo de notas. Seguro el rating se iría al piso y terminaría echado, pero me iría con la frente en alto por haber acabado con dicho flagelo.

El Cantante del gol

En este país en paz que estamos intentado construir, el lenguaje de Javier Fernández, El cantante del gol, no tiene cabida. Ni el Péguele, papá, ni el Tú tranquilo ni nada de lo que dice, más cercano al lenguaje de la Oficina de Envigado que a la de un canal de televisión. Además, cuando Colombia hace gol alarga la O unos 45 segundos, mal contados, treta mandada a recoger desde hace años. En tiempos donde cada vez mas la información es poder, uno no quiere oír las dotes vocales del narrador sino el análisis de la jugada.

Los defensores de James

A mí me da vergüenza con Zinedine Zidane, y eso que no lo conozco, cada vez que alguien le echa en cara una buena jugada o un gol de James Rodríguez con la selección Colombia. “En tu cara, calvo”, o simplemente “Zidane hijueputa” son los mensajes que cuelgan en las redes. Hay que ser muy pobre de pensamiento para hacer tal cosa, y para creer que el francés no pone a James por ser colombiano. Una de los rasgos de las personas pequeñas es creer que los demás las tienen entre ojos por muchas cosas, entre ellas, la nacionalidad.

Zidane y cualquier entrenador de fútbol puede decidir su alineación sin tener que recibir insultos ni amenazas. Además, un señor que viene de ganar la Champions y que cuenta en su equipo con Toni Kroos y Luka Modric puede sentar a James, a Isco y al jugador que se le parezca.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.