Vi los anuncios por Internet anunciando que pronto sería estrenada; luego la vi en cartelera, expuesta en algunos cinemas; incluso amigos y colegas del trabajo me la recomendaron muchas veces, pero no le puse cuidado, y la dejé pasar: desapareció de cartelera y  mis amigos dejaron de mencionarla.

Y después de casi seis meses de su presencia en las salas de cine, decidí verla por un portal que ofrece Internet. Miré cuánto duraba, 1 hora 58 minutos, entonces, luego de pensarlo mucho, di clic y empecé a verla.

Y me encontré con una de las más hermosas películas que deja el 2016.

Captain Fantastic, dirigida por Matt Ross, cuenta la historia de un hombre, Ben Cash ( Viggo Mortensen), que, junto con sus seis hijos, decide ir al entierro de su esposa que acaba de suicidarse en un hospital psiquiátrico.

Los padres de la mujer no quieren que Ben vaya al funeral, pero él, en un acto de amor y justicia, decide hacer presencia allí, lo que conlleva a una serie de situaciones por resolver entre él, sus suegros y sus hijos.

Hasta aquí no hay nada especial en la historia. No tiene un elemento asombroso que la haga interesante. Simplemente un hombre que quiere llegar  a un objetivo, nada más (la parábola del héroe).

Lo realmente especial de la historia es que Ben y su esposa, Leslie Abigail Cash, mucho antes de las casi dos horas de película, han decidido no pertenecer al sistema que los gobierna, y se van a vivir lejos de la ciudad, se instalan donde la naturaleza se convierte en selva, y allí educan a sus seis hijos, allí les enseñan aquello que enseñan en las escuelas y un poco más, les enseñan a vivir.

Es por eso que cuando Ben y sus hijos van a la ciudad a despedir en el funeral a la esposa y madre, aparece el contraste entre las dos formas de percibir el mundo: allí es donde toma sentido la historia.

Esta película es una bella alegoría a la rebelión, a la resistencia sobre aquello que nos venden como verdadero, como esencial, como lo único de lo cual nos podemos valer para vivir en este mundo. Esta película nos muestra que hay otros caminos, otras formas de aprender sobre la vida, y que pueden ser mucho más útiles que aquellas con las que convivimos a diario.

Captain Fantastic es una crítica a la manera en que nosotros, como simples personas que caminan sin ver hacia dónde vamos, al mejor estilo de Pink Floyd, no somos capaces de salir de lo que, creemos, es nuestro destino, la única verdad que podemos aceptar.

Esta cinta es una oda al conocimiento que trae consigo la revolución, la transformación, el cambio para ver las cosas de maneras diferentes. Más puras, diría yo.

Por resaltar, además de la idea misma de resistir, está la gran actuación de Viggo Mortensen: muy merecida la nominación al premio Oscar como mejor actor (al igual que la que tuvo Denzel Washington por Fences); los paisajes que marcan el recorrido de la historia son oportunos para darle fuerza a lo que narra la película en cada uno de sus trayectos; la actuación de los jóvenes actores y actrices que hacen el papel de hijos de Ben: están llenos de ternura, de rebeldía, de resistencia a resistir, de alegría y canto; y el homenaje musical con esa canción que interpretan casi al final de la película, y que nos recuerda a una gran banda de rock gringo de los años 90.

Es una lástima que películas como ésta, o como Animales Nocturnos o Silence, por las razones que sean, se queden fuera de los premios Oscar, que al final premia sobre los tiempos e intereses de los miembros de la academia, y no de la calidad de las películas.

Sé que debe ser un poco tarde para hablar de una película que ya salió de cartelera hace unos meses, pero, aunque yo la haya visto hace apenas unos días, es una película que no merece perderse en el olvido.

¡Muy recomendada!

 

 

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