Escrito por:  Redacción Nación
Jul 14, 2023 - 9:33 am

El ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Álvaro Leyva Durán, no había podido hablar con el embajador de Colombia en Nicaragua, León Fredy Muñoz, después de que se conocieran las declaraciones del diplomático durante una manifestación del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), en las que se mostró emocionadísimo por el régimen de Daniel Ortega y se manifestó en ese sentido.

(Le interesa: Corte de La Haya niega pretensiones de Nicaragua sobre el Caribe colombiano)

“Eso es admirable. Lo que yo he sentido […] es un pueblo alegre, un pueblo bonito, un pueblo amable y, sobre todo, un pueblo que está convencido de su revolución. La verdad, estoy gratamente sorprendido. Esta conmemoración de este 7 de julio es una cosa maravillosa”, expresó, entusiasmado, Muñoz.

Eso, además, se produjo justo cuando la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, máximo órgano judicial de Naciones Unidas, se alistaba para dar a conocer su decisión sobre la demanda que interpuso el régimen de Nicaragua contra Colombia en 2013, con la que pretendía hacerse con 150 millas náuticas de la plataforma continental de Colombia en el mar Caribe.

Lo impertinente e inoportuno de la intervención de Muñoz lo notó todo el mundo, menos él, que después escribió que “el relacionamiento del embajador” con el régimen de Nicaragua “debe ser estratégico para poder llevar a cabo la mejor representación de Colombia, la cual tiene que dejar de ser vista únicamente como un símbolo o una figura decorativa”.

El rechazo a la actitud de Muñoz fue unánime, además, por al menos otras dos razones: porque las maneras de un embajador no tienen que ir al punto de que manifieste simpatía por el gobierno o régimen ante el cual está acreditado, que, en este caso, también se ha erigido como enemigo de los intereses de Colombia en el mar Caribe, comoquiera que, entre otras cosas, ya le quitó al país 75.000 metros cuadrados allí, y ahora quería quedarse con otras 150 millas.

El despropósito del embajador también lo notó su jefe, el canciller Álvaro Leyva Durán, que lo llamó de inmediato a Bogotá a comienzos de esta semana, aunque no pudo recibirlo de una vez, por razones que explicó este viernes por la mañana.

Qué dijo el canciller sobre el embajador en Nicaragua

“Me han correspondido muchas cosas simultáneamente. Parte de lo que se llama la posmodernidad en materia de relaciones exteriores hace que un canciller sea víctima del reloj”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores en Caracol Radio.

Le tocó estar en tres partes casi que simultáneamente: llegó del Consejo de Seguridad en donde tuvo que presentar el informe trimestral sobre la implementación de los acuerdos de La Habana, y ese mismo día tuvo que regresar a Bogotá y tomó un vuelo para San Andrés. “En medio de todo eso se ventiló el escándalo del embajador”, agregó en esa emisora.

Lee También

“Yo inmediatamente conocí la posición, o lo que había manifestado, porque a veces hay una confusión entre lo que se manifiesta y la posición, alrededor de unas declaraciones que dio nuestro embajador en Nicaragua, muy desafortunadas, en un momento en que celebraban allá una fiesta nacional, fue buscar que se viniera”, dijo en el mismo medio el jefe de la diplomacia colombiana.

“Lo llamé. No es que yo hubiera sido complaciente, de ninguna forma. Es que estar en cuatro sitios al mismo tiempo es complicado”, agregó, y después dio el tono de la conversación que sostendrá con Muñoz: “Yo lo voy a saludar, lo voy a entrevistar hoy, y naturalmente voy a ser crudo en la llamada de la atención. Entonces primero converso con él y luego tomamos las decisiones“.

“Pero, naturalmente, no somos ajenos a que aquí hubo una situación completamente irregular y además en un pésimo momento”, concluyó.

Lee todas las noticias de nación hoy aquí.