Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Andrea Castillo   Feb 1, 2024 - 12:14 pm
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Funcionarios del Área Metropolitana del Valle de Aburrá rescataron a un pequeño mono aullador rojo (Alouatta Seniculus) que permanecía amarrado en el patio de una casa y presentaba dolorosos signos de maltrato.

Según la autoridad ambiental, los dientes superiores fueron cortados con un cortauñas, además presenta una deteriorada condición corporal, su pelaje opaco y maltratado, las señales en sus heces y sus encías dan cuenta de los vejámenes a los que fue sometido y el estrés que le produjo el cautiverio.

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Esta semana, por primera vez en su vida, el pequeño mono probó una comida adecuada para su especie. Ahora se encuentra bajo cuidado de los veterinarios del Centro de Atención a Fauna del Amva, en el área de neonatos, a la espera de resultados de laboratorio y una revisión odontológica. Allí, con una rehabilitación y una dieta balanceada, esperan recuperar a este pequeño aullador y que tras un largo proceso pueda regresar al lugar que pertenece, el bosque.

Los últimos casos conocidos de rescates de monos en el Valle de Aburrá han dejado en evidencia casos desgarradores de crueldad. En junio de 2023, en una casa del barrio La Maruchenga de Bello, funcionarios de la Unidad de Control y Vigilancia del Área Metropolitana del Valle de Aburrá rescataron a un mono cariblanco que se encontraba amarrado a una cama, desnutrido, sin colmillos y emitiendo vocalizaciones producto del estrés.

El pequeño mono fue llevado a la Estación de Paso de Fauna Silvestre, donde establecieron que llevaba por lo menos 3 meses en cautiverio.

Dos meses después de este caso, en agosto del año pasado, las autoridades encontraron a un mono capuchino cabeciblanco en una casa del barrio Chinguí, en Envigado, aferrado a una pequeña cobija y comiendo tímidamente una fruta.

El animal fue arrebatado a su madre siendo apenas un bebé para ser domesticado viviendo en una jaula. Por esto, según explicaron los veterinarios, el animal quedó con evidentes secuelas en su comportamiento, por ejemplo, aferrarse a la cobijita fue una reacción instintiva de desamparo por haber sido separado de su madre, con la que esta especie teje vínculos fuertes en sus primeros años de vida.

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El cautiverio le produjo al mono secuelas de por vida, pues al no haber aprendido a treparse a los árboles ni a conseguir su propio alimento para desenvolverse en su hábitat no es viable que sea devuelto a su ambiente natural, por lo que seguramente deberá permanecer en cautiverio bajo responsabilidad de un equipo capacitado en fauna durante el resto de su vida.

Arrebatarle la libertad a un animal silvestre puede acarrear condenas de hasta 11 años de cárcel y 50 salarios mínimos legales de multa.

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