Los delfines políticos, herederos del poder, son mediocres y oportunistas que se burlan del resto de colombianos

Ellos se han aprovechado de las posiciones de poder y privilegios que heredaron de sus padres y abuelos, recrimina Paola Ochoa en su columna de El Tiempo. Y los menciona y califica: Samuel Moreno Rojas, el “cachalote más corrompido”; Tomás y Jerónimo Uribe, los “negociantes hijos del expresidente Álvaro Uribe”; Martín Santos, “prepotente, arrogante e impertinente”; Simón Gaviria, que “pasará a la historia por no leer los proyectos de ley antes de firmarlos”, y el clan de la familia Galán, “cuadrilla de políticos de grandes ligas: hermanos, hijos y sobrinos del difunto Luis Carlos Galán que disfrutan y chupan a sus anchas del Estado colombiano”. Desde esa óptica, se pregunta: “¿Por qué seremos tan brutos los colombianos de seguir votando por unos fulanos que se perpetúan en el poder a través de generaciones enteras? ¿No deberían ser estas las élites privilegiadas y educadas que son ejemplo para el resto de ciudadanos?”.

Que Uribe y Petro se comporten igual en sus redes sociales demuestra los peligros de la viudez de poder

Ambos, presentados ante el país como opuestos, están “tan desesperados en su retiro del poder, tan infinitamente solos en su vanidad, que cada oportunidad que se les presenta, sin importar el gran dolor que puedan causar, la aprovechan sin dudarlo”, asegura Jorge Eduardo Espinosa en su columna de El Espectador. Para él, el expresidente y el exalcalde de Bogotá “se decidan a ejercer su derecho a la ciudadanía jugando con el dolor ajeno, sin consideración ninguna”. Sostiene, además, que en “el maquillaje de la apariencia” que dan las redes sociales “siguen quedando los rasgos de lo que uno es, de las vanidades por las que tantos estarían dispuestos a morir, de las angustias que aparecen cuando llega el olvido, cuando se percibe que el mundo ha dejado de girar a su alrededor”. Aunque aclara que no a todos los persigue esa obsesión por la vigencia, por los aplausos y los elogios, la especie de los políticos la siente más que ninguna. “La profunda tristeza que experimentan cuando dejan el poder, cuando sienten que el poder los va dejando atrás, explica muchas de sus acciones. Entre ellas, los trinos que escriben”.

La marcha del sábado implica una resonante llamada de atención al presidente Juan Manuel Santos

El mandatario debe entender que un país no puede seguir manejándose con la exclusión de la mayoría ni con la proscripción de las voces opositoras de distintas corrientes, ni con los consejos de asesores miopes y desconectados de una realidad evidente, asevera Juan José García Posada en su columna de El Colombiano. “Es innegable que en la marcha del sábado hubo una presencia significativa del Centro Democrático y del expresidente Uribe. Pero es un despropósito descalificar por eso a los miles y miles de asistentes”, dice.

El país está cada vez más abocado al imperio de la ley del más fuerte

Pero no son solo los grupos ilegales o violentos los que hacen valer la fuerza de sus armas para imponerse, sino las personas de bien que se ven obligados a recurrir a su propia fuerza para hacerse valer o defender sus derechos, lamenta Pedro Medellín Torres en su columna de El País, de Cali. Y atribuye semejante situación al hecho de que “estamos ante un Estado cada vez más incapaz de cumplir con sus funciones”. Y añade que mientras en el Gobierno y el ‘país político’ siguen enfrascados en la búsqueda de acuerdos para sacar adelante sus leyes en el Congreso, “en la realidad territorial, los colombianos siguen esperando decisiones políticas que resuelvan los problemas o que por lo menos pongan contra la pared a los violentos”.

La estrategia del engaño ha sido la utilizada por las Farc frente a los gobiernos que han querido negociar con ellas

Y también es la misma estrategia que hoy le sirve al Eln, sostiene José Félix Lafaurie en su columna de El Heraldo, con base en el libro ‘La estrategia del engaño’, de Jeane J. Kirkpatrick. “Mientras en las toldas de De la Calle en La Habana reina el pesimismo, el Gobierno le apuesta con Pearl a una negociación que mantenga el fervor por la paz. Un proceso y dos negociaciones con las armas bajo la mesa”, afirma.

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