Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Andrea Castillo   Abr 26, 2024 - 8:04 am
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En diálogo con EL COLOMBIANO, miembros de la familia de John Ferney Cano, el hombre que asesinó al urólogo Juan Guillermo Aristizábal en la Clínica del Poblado, narraron que provienen de Aranjuez y que John Ferney era el menor de siete hermanos, vivía con su hermano Alexander Cano, compartían la misma habitación y solían hablar mucho sobre la difícil situación que estaba atravesando y cómo sentía un constante sufrimiento a raíz de un mal procedimiento médico.

“Nunca me mantuvo al tanto de esta acción que tomó, a veces, pienso que podría ser un sueño”, comentó su hermano Alexander, impactado por la noticia. “Nosotros como familia queremos que se iguale la forma en la que se vio al doctor”.

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Recientemente, la familia Cano encontró en el computador personal de John un libro de 363 páginas donde él investigó y narró el sufrimiento derivado de una circuncisión con la que justificó el homicidio del médico. El documento se encontraba con contraseña que tras varios intentos lograron descifrar.

Marcela Cano, la segunda hermana, dice que John tenía mucho futuro. Estudió hasta cuarto semestre de electrónica y disfrutaba de actividades como el baloncesto y coleccionaba guitarras.

“No esperábamos este final para él”, compartieron. “La falta de ayuda médica se debió a una red de manipulación por parte del primer médico que lo atendió. Inicialmente, acudió a citas a través de su EPS, pero al demorarse optó por un médico particular”. Así fue como llego al urólogo.

Fue un mal diagnóstico y procedimiento, junto con la falta de información que provocaron dos años y medio de dolor continuo”, dice una de sus hermanas.

John asistió a numerosas citas psiquiátricas y psicológicas, aunque no era paciente psiquiátrico antes, sino que se recomendó la atención psicológica para descartar de que su problema era mental. Además, cuenta en su libro que fue medicado con varios antidepresivos. Después de invertir mucho dinero en tratamientos sin éxito, se sintió abandonados por el sistema médico.

El conflicto con el médico comenzó cuando intentó reclamarle por las consecuencias de la cirugía. “Esto no se va a quedar así”, dijo John al médico. Tras la amenaza al médico, este lo denunció, y John asistió a la citación de la Fiscalía. “Su búsqueda de ayuda en otros consultorios de urólogos de Medellín no fue fructífera, ya que se encontraron con la negativa de muchos médicos a asumir responsabilidad por el mal procedimiento”, dice una de sus hermanas.

El dolor físico que experimentaba John no lo tomaron en serio varios médicos, que lo atribuyeron a problemas mentales. Sin embargo, “él insistía en que su dolor era real y aumentaba cada día”. Tras contarle a su hermano Alexander sobre los síntomas, buscó ayuda médica en diferentes lugares, pero se encontró con la misma respuesta evasiva.

Comenzó con un dolor en el pene, específicamente en el meato urinario, ubicado en la punta. Tras su primera revisión en la EPS, le dijeron que el dolor era de origen mental, aunque él insistía en que era físico y aumentaba cada día, incluso llegando a sentirlo en la columna. Así fue como su hermano relata los síntomas.

No consultó directamente con el urólogo Juan Guillermo Aristizábal en un principio. En su lugar, John primero buscó ayuda con el maestro de Aristizábal, quien luego de pensionarse lo derivó al médico. Según el testimonio de su familia, durante una cita psiquiátrica se determinó que John padecía ansiedad debido al dolor, pero también expresaba sentimientos de venganza.

En sus últimos días, su estado se deterioró notablemente: dejó de comer, se volvió retraído y no decía una sola palabra. Se desconoce cómo obtuvo el arma que utilizó en el crimen, aunque se especula que pudo haber sido a través de algún conocido del pasado. Hoy su celular se encuentra desaparecido.

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Solíamos hablar hasta tarde, durante una noche me relato que el dolor comenzó mientras se disponía a sentarse, inicio un dolor repentino en la espalda que se irradió a sus órganos y nervios de la columna hasta la punta del pene. Intentó buscar ayuda en varios ámbitos médicos como la dermatología.

“Él perdió más de la mitad de la sensibilidad, ya no podía estar con ninguna mujer, dejó a su novia y no dormía. Siempre era repetitivo y decía que se las tenía que cobrar”. A nosotros nos lo manifestó y una médica psiquiátrica también lo dejó registrado. A pesar de las denuncias, hubo negligencia de la Fiscalía. Intentamos hablar con él, pero se reafirmó tras la audiencia de conciliación. Ese día, el doctor le ofreció $ 5 millones de compensación, pero no los aceptó por consejo del abogado que tenía.

En psiquiatría, en las observaciones del reporte de la médica psiquiatra, pusieron “manifiesta deseos de venganza”. La Fiscalía ya sabía que había amenazas, pero fue negligente. Aunque todos intentamos hablar con él, ya tenía definido su objetivo. Nunca pensamos que lo iba a hacer. Su dolor era como si le pusieran un abejorro en la punta del pene todo el día les decía.

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El único reclamo de su familia es la exigencia de su historial clínico. Comentan que John en un intento por buscar tratamiento en otros lugares, solicitó su historia médica, pero le informaron que había sido eliminado y que, aparentemente, ya no existe en la Clínica Medellín.

El desenlace fatal de esta historia, con la muerte del médico a manos de John, ha dejado un profundo dolor y conmoción en múltiples familias y en toda la comunidad. Mientras la familia de John busca respuesta de su historia médica, no se puede ignorar el dolor y el sufrimiento también experimentado por la familia del médico Juan Guillermo Aristizábal y las otras personas afectadas por esta tragedia.

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