Escrito por:  Redacción Mundo
Dic 14, 2023 - 6:10 am

El presidente de Guyana, Irfaan Ali, y la cabeza del régimen de Venezuela, Nicolás Maduro, se verán este jueves cara a cara en una reunión que, según analistas, ayudará a “desescalar” crecientes tensiones, pero tendrá bajo impacto en la resolución de la vieja controversia territorial entre ambos países por la rica región del Esequibo.

(Le interesa: EE. UU. no se distrae con maniobra de Maduro en Guyana y le reclama por opositora Machado)

La cita en San Vicente y las Granadinas es promovida por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y la Comunidad del Caribe (Caricom), que han expresado preocupación por los cada vez más duros cruces de declaraciones entre ambos gobernantes por el Esequibo, una zona de 160.000 km2 rica en petróleo y en recursos naturales que administra Georgetown y reclama Caracas.

El régimen de Venezuela hizo un referendo consultivo el pasado 3 de diciembre, que, con dudas, aprobó crear en la región una provincia venezolana y dar la nacionalidad a sus habitantes. Guyana calificó la consulta como “una amenaza directa”. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) le había pedido al régimen abstenerse de hacer cosas que alteraran el ‘estatus quo’ de la región.

La mesa tendrá posiciones antagónicas: Maduro celebró la cita de este jueves como “un gran logro” para “abordar de manera directa la controversia territorial”, mientras que Ali lo desmintió y negó que la disputa esté en agenda. Insistió en que esta debe resolverse en la CIJ, cuya jurisdicción es desconocida por el régimen venezolano.

“Creo que no va a salir nada sustantivo en términos de la reclamación territorial, pues la posición de Guyana es que no hay conversaciones bilaterales sobre el tema, porque eso está en la Corte Internacional de Justicia”, dijo a la AFP Sadio Garavini di Turno, exembajador de Venezuela en ese país caribeño.

“Los intermediarios probablemente van a tener que buscar algo para que Maduro no salga” del encuentro “sin nada”, considera Garavini di Turno, que ve “factible” una declaración “en la cual se diga que van a bajar la escalada, que van a seguir conversando para bajar las tensiones”.

Guyana llevó el caso al Consejo de Seguridad de la ONU y anunció contactos con “socios” militares, entre ellos, el Comando Sur de Estados Unidos, que hizo ejercicios militares aéreos en el Esequibo. Brasil, que ha abogado por una solución pacífica, anunció su decisión de reforzar sus fronteras.

“Si esta reunión va a servir para que se hable de erradicar la idea de ir a un conflicto armado, pues lo celebro”, comentó por su parte a la AFP el abogado especializado en litigios internacionales Ramón Escovar León.

Petróleo, punto de conflicto

Aunque se trata de un litigio centenario, la disputa recrudeció en 2015 luego que la petrolera estadounidense ExxonMobil descubriera grandes yacimientos de crudo en la zona en reclamación. La habitual retórica antiimperialista del régimen venezolano se ha orientado a acusar a Ali de ser “un esclavo” de ExxonMobil.

Garavini di Turno subrayó que Venezuela “curiosamente” ha evitado mencionar a otras grandes compañías con participación en la mayor concesión otorgada por Guyana en el área, la del bloque Stabroek, como los casos de la China National Petroleum Corporation y la también estadounidense Chevron, dos compañías que operan en este país sancionado por Washington.

Lee También

El lunes pasado, el canciller venezolano, Yván Gil, asomó en un encuentro con la prensa internacional en Caracas la posibilidad de que pueda hablarse de “cooperación en materia petrolera y gasífera”. Gil recordó los acuerdos de Petrocaribe, con los que Venezuela suministra crudo a precios preferenciales a países caribeños, y convenios gasíferos con Trinidad y Tobago, tildándolos como “ejemplos concretos” que “pudieran servir en la mesa para futuros acuerdos con la República Cooperativa de Guyana”.

Venezuela acusa a Guyana de dar concesiones en aguas marítimas por delimitar. “Pudieran venir convenios de explotación, eso hay que negociarlo”, consideró Escovar León, aunque resaltó que es poco probable a corto plazo.

En el Esequibo piensan más en sobrevivir

En plena selva de Esequibo se encuentra Mango Landing, lejos de la acalorada pugna entre Venezuela y Guyana por este territorio. En este pueblo aislado, donde todo es caro y el principal sustento, la minería, está menguando, la mayor preocupación es sobrevivir.

Guyaneses, venezolanos, brasileños e indígenas viven en este poblado de unas 100 personas, también bautizada ‘Mangolandia’. “Convivimos todos bien, sin problema”, dice a la AFP Doriely García, una cocinera venezolana de 30 años cuya pareja es un guyanés de origen indígena.

“Los políticos hacen lo suyo y nosotros pagamos los platos rotos”, afirma Robinson Flores, venezolano de 52 años que vive desde hace ocho en ‘Mangolandia’, a pasos de Venezuela y frente a las aguas fangosas del río fronterizo Wenamu. Para llegar desde Georgetown, la capital guyanesa, se necesitan varios días en barco.

El pueblo está controlado por una comisaría de la policía guyanesa que fue reforzada hace varias semanas con soldados. Algunas partes de ‘Mangolandia’ dan la impresión de un pueblo fantasma. Muchas casas de madera están abandonadas, con los tejados rotos, y una exuberante vegetación se apodera de ellas.

“Aquí sobrevivimos con lo que tenemos”, resume Flores, que tiene en su pantorrilla izquierda un corte de machete cubierto con una venda hecha con “vinagre, crema antihongos, papel” y cinta adhesiva. En este lejano oeste de Guyana, como en Estados Unidos en tiempos remotos, la fiebre del oro ha desplazado poblaciones. Los mineros no lo ven rentable al sopesar el elevado costo de vida con lo que se extrae. Y muchos se dan por vencidos.

En pocos años, Mango Landing pasó de 400 o 500 habitantes a un centenar, la mayoría de ellos venezolanos. La escasez de oro es la principal causa del éxodo, y la “crisis de Venezuela fue transportada hasta aquí. Los precios se dispararon”, apunta Flores. “Todo lo que llega aquí, llega por Venezuela: alimentos, gasolina, medicinas, ropa”.

Desde el inicio de la crisis diplomática, el precio de la gasolina se ha duplicado o incluso triplicado, de dos dólares el litro a seis. Una lata de atún cuesta cinco dólares, una Coca-Cola más de siete. Todo aumenta por la constante extorsión a la que son sometidos los pobladores. “Antes, les pagábamos a los soldados venezolanos y a los sindicatos [grupos criminales], luego a la policía aquí. Ahora hay más puestos militares, piden más dinero”, explica un minero venezolano.

“Hasta ahora, todo estaba bien, pero ahora todo es demasiado caro”, afirma Cindy Francis, una guyanesa de 33 años casada con un minero. ¿El Esequibo es venezolano o guyanés? “¡Poco importa!”, responde la mujer. “Tenemos que pensar en ganarnos la vida sin ayuda de los gobiernos. Así que eso no cambia nada”, añade, sentada en su casa cerca de un retrato del presidente de Guyana, Irfaan Ali. Asegura saludar tanto a los soldados guyaneses como a los venezolanos que pasan cerca de su hogar.

Lee todas las noticias de mundo hoy aquí.