Escrito por:  Redacción Economía
Dic 23, 2023 - 12:39 pm

Varios líderes de la izquierda latinoamericana han empuñado la bandera ambientalista y contra el calentamiento global como parte de su agenda. Y así se muestran en los eventos internacionales, como la COP28 que tuvo lugar hace unas semanas. Pero, de regreso a sus países, toman decisiones que, por lo menos, resultan sorprendentes.

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Por ejemplo, al colombiano Gustavo Petro se le ha señalado el que predique en aras de la transición energética su rechazo tajante a los combustibles fósiles, puntualmente el carbón y el petróleo, pero no vea problema en que la empresa nacional de capital mixto Ecopetrol se una con la venezolana PDVSA pare explorar crudo en ese país.

En Brasil, organizaciones ecologistas han denunciado que los planes del gobierno y de la estatal Petrobras de duplicar la producción de petróleo y gas natural en siete años amenazan los compromisos ambientales y climáticos asumidos por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, un abanderado también de la transición energética.

“Hay una evidente contradicción entre los importantes compromisos climáticos anunciados por Lula y la opción de Petrobras por expandir sus actividades de exploración de petróleo en nuevas fronteras, especialmente en regiones de alta sensibilidad ambiental como el Margen Ecuatorial”, dijo a EFE, en abril de este año, Suely Araújo, especialista senior en políticas públicas de la red ecologista Observatorio del Clima.

Gobierno de Lula da Silva permite exploración de petróleo

Pues bien, la estatal brasileña Petrobras anunció este sábado que empezó a perforar en el nuevo horizonte petrolero conocido como el Margen Ecuatorial, una región ubicada en el norte del país sobre el océano Atlántico y cuya explotación ha causado polémica por su proximidad a la desembocadura del río Amazonas.

La compañía comenzó los trabajos en busca de petróleo y gas a unos 53 kilómetros de la costa del estado de Rio Grande do Norte (nordeste de Brasil), según informó en un comunicado.

La perforación del pozo, bautizado como Pitu Oeste, le llevará de “tres a cinco meses” y se produce después de haber recibido, en octubre, la licencia de los organismos medioambientales para perforar ese y otro pozo en aguas profundas de la cuenta marina Potiguar, en el Margen Ecuatorial.

El punto para ese segundo pozo (“Anhangá”) se sitúa a 79 kilómetros del litoral de Rio Grande do Norte. La explotación de esta vasta área, contigua a regiones donde Surinam y Guyana han descubierto gigantescas reservas, ha generado una gran controversia en Brasil pues incluye la zona frente a la desembocadura del río Amazonas, con delicadas cadenas de corales y manglares vulnerables.

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Petrobras, controlada por el Estado brasileño, pero con acciones negociadas en las bolsas de São Paulo, Nueva York y Madrid, afirmó que la acción le permitirá “obtener más informaciones geológicas” para comprobar la extensión de las reservas de petróleo descubiertas en 2014.

Si se confirma que es viable poner en marcha un proyecto de explotación, será necesario obtener un nuevo permiso ambiental específico para la fase de producción.

Según recogió en su plan estratégico para el periodo 2024-2028, Petrobras pretende invertir 3.100 millones de dólares para investigaciones en el Margen Ecuatorial, donde planea “perforar 16 pozos” a lo largo del quinquenio.

“Petrobras pretende contribuir con el desarrollo socioeconómico de la región, sin olvidar la importancia de aunar esfuerzos para promover la seguridad energética nacional. El Margen Ecuatorial será un activo importante hasta para la sostenibilidad global”, señaló el presidente de la petrolera, Jean Paul Prates, en la nota.

La firme decisión de Petrobras de explorar y explotar en el Margen Ecuatorial ha provocado fuertes críticas de los ambientalistas, que ven en el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva un discurso contradictorio, pues defiende una transición energética sostenible y al mismo tiempo sigue apostando por el petróleo.

El Ejecutivo del líder progresista defiende el derecho de Petrobras a explorar esa extensa área y alega que el pozo más cercano a la desembocadura del Amazonas se sitúa a unos 500 kilómetros de distancia.

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