Un Cuervo da ‘segunda vida’ a águilas, cóndores y otras aves, en sitio que está en peligro

Vivir Bien
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Por:  Redacción Vivir Bien
Actualizado: 2024-03-07 10:09:36

Resulta ser una triste paradoja en un lugar como Colombia, el país con más especies de aves del mundo (2.000), es decir, el 20 % del total global.

Entre goteras y grietas, Andrés Cuervo diseca un colibrí para la colección ornitológica de la Universidad Nacional de Colombia, el país con más especies de aves del mundo. Cóndores, águilas y hasta aves extintas reciben una “segunda vida” en la mesa de este biólogo, cuyo apellido hace extremo honor al objeto de su trabajo.

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Pero en enero, un fuerte aguacero sobre Bogotá puso en jaque a este muestrario de unos 44.000 ejemplares, oculto en un edificio con serios problemas estructurales. Cayeron “cascadas a borbotones encima de estos cajones, conociendo el valor único e irreemplazable que hay aquí”, recuerda Cuervo, aún angustiado, frente a una decena de armarios metálicos.

Algunos contienen centenares de colibríes azules y verdes, que no superan el tamaño de un abejorro. De otro compartimiento, Cuervo saca una enorme águila arpía de un metro de altura y casi dos de envergadura.

“Sacamos los baldes, sacamos plástico, lo que sea para tratar de proteger la colección”, dice a la AFP el biólogo Gary Stiles, un investigador estadounidense que es una de las mayores eminencias de la ornitología en América y antecesor de Cuervo en la dirección de la colección, que abarca incluso aves extintas y disecadas a comienzos del siglo XX.

Andrés Cuervo / AFP

Por fortuna, el daño se limitó a las colas de un puñado de especímenes y las etiquetas que los identificaban. “Es irónico que teniendo la avifauna más diversa [del planeta] tengamos una de las colecciones en mayor peligro”, lamenta Stiles, que vive en Colombia desde 1990 y ha descubierto un par de nuevas especies desde entonces.

Con unas 2.000 especies distintas (20 % del total global) y 82 de ellas endémicas, Colombia es conocido como “el país de las aves”, según la World Wildlife Foundation. Y Stiles lo explica: “Se debe en parte a la topografía. Únicamente en Colombia, los Andes se dividen en tres cordilleras distintas bastante altas, separadas por valles profundos que forman barreras naturales. Esto facilita el aislamiento de poblaciones y la formación de muchas especies”.

AFP

La riqueza natural contrasta con las dificultades económicas que atraviesan las universidades públicas de Colombia, la cuarta economía latinoamericana. Históricamente, los rectores de la Universidad Nacional, la principal del país, han denunciado “desfinanciamiento” de la institución.

La situación es evidente en los pasillos del Instituto de Ciencias Naturales, donde se ubica la colección ornitológica. En agosto de 2023 un sismo de magnitud 6,1 sacudió la capital y “magnificó unas grietas” en el edificio, recuerda Cuervo. Una de las aulas quedó clausurada por el riesgo de colapso. “Yo me voy a la casa todos los días pensando en esta colección […]. La acumulación de pequeños incidentes puede llevar a algo bastante grave”.

“Únicos e irreemplazables”

A pesar de su exuberancia, las decenas de miles de aves disecadas que reposan en el Instituto no se exhiben. Salen de los armarios metálicos únicamente para ser estudiadas por alumnos y profesores de la facultad. La colección “va mucho más allá de tener objetos guardados”, sostiene Cuervo. “Son únicos e irreemplazables, porque fueron recolectados en distintos lugares y momentos. Representan la historia geográfica del país”.

Cada espécimen tiene una etiqueta con su lugar y fecha de recolección. El más antiguo data de 1914 y conserva sus colores intactos. A partir de esta información, investigadores han podido corroborar cómo las especies de clima cálido han colonizado nuevos territorios a medida que aumentan las temperaturas a causa del calentamiento global.

Por la deforestación, las aves de sabana y pastos también han prosperado en detrimento de las adaptadas al bosque. “Podemos como sociedad usar [la colección] para resolver problemas que tienen que ver con la biodiversidad”, agrega el profesor antes de preparar un nuevo colibrí.

Hace una diminuta incisión en el pecho para separar el pellejo del ave de su cuerpo carnoso. Luego rellena la piel emplumada con algodón y la pone a secar en un pequeño horno hecho con bombillos y cartón para evitar que se descomponga. Solo la humedad y la luz del sol pueden dañar su creación.

“Se conservan los colores, las proporciones y el plumaje a lo largo del tiempo. Es casi como inmortalizar un individuo”, dice este Cuervo, orgulloso.

AFP
FUENTES CONSULTADAS

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