Valledupar alza la voz por la infancia: así protege a niños con TEA y discapacidades del peligro de la pólvora

En pleno corazón de la Navidad 2025, la campaña “Brilla con alegría, no con pólvora”, impulsada por la Alcaldía de Valledupar en colaboración con EL PILÓN y Drummond LTD., intensifica su mensaje para proteger a la infancia más vulnerable. En especial, esta iniciativa dirige sus esfuerzos hacia la seguridad de bebés, niños dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA) y aquellos con necesidades especiales. Según los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Salud (INS), la detonación de pólvora representa un grave peligro no solo físico, sino también sensorial, en estos grupos: hasta el 21 de diciembre, el departamento del Cesar ha registrado 16 personas quemadas por pólvora, de las cuales seis son menores de edad.

La alerta se extiende a los riesgos silenciados para quienes padecen condiciones especiales. La quema de pólvora, lejos de ser una tradición festiva, se convierte en una fuente de “sobrecarga sensorial incontrolable” para los niños con TEA, al superar los 120 decibeles y traducirse en auténtico dolor físico. El Instituto Nacional de Salud advierte que este fenómeno propicia crisis autistas, autolesiones, llanto incontenible e incluso complicaciones cardíacas. Médicos y asociaciones destacan cómo las crisis no sólo afectan a quienes resultan visiblemente lesionados, sino también a aquellos cuyas heridas, de tipo sensorial, quedan fuera de las estadísticas.

En el departamento del Cesar existen ya cinco menores lesionados físicamente por pólvora, siendo Valledupar la ciudad con más casos. Sin embargo, el impacto sensorial permanece invisible. El ortopedista Sebastián Cuello Godín señala que durante las festividades los adultos suelen desatenderse, dejando la supervisión de los menores en un segundo plano. Así, las consecuencias pueden ser devastadoras.

Mirando al exterior, Buenos Aires ha adoptado una política ejemplar: Jorge Macri —jefe de Gobierno— firmó un decreto que veta toda pirotecnia audible en la Ciudad Autónoma, desde diciembre de 2025, extendiendo la prohibición incluso a eventos públicos y privados. Esta medida busca crear “zonas calma” y se integra a la ley provincial 15.406, reservando la pólvora sonora únicamente para usos excepcionales de emergencia o señalización.

En contraste, Valledupar cuenta con el Decreto 1297 de noviembre de 2024, que regula la venta de pirotecnia a menores y personas en estado de embriaguez, imponiendo severas sanciones económicas y clausuras temporales a quienes infrinjan la norma. Sin embargo, este decreto todavía no aborda el impacto de los estruendos en la salud sensorial tal como lo hace el modelo argentino. Informes de TN, el Gobierno porteño e Infobae resaltan la importancia de considerar estas políticas inclusivas, que han comenzado a inspirar campañas como la de la Alcaldía de Valledupar.

La campaña sugiere señales claras de protección: colgar lazos azules en las viviendas para indicar la presencia de niños con TEA o necesidades especiales, prohibir la manipulación de pólvora por parte de menores y denunciar la venta ilegal ante la Policía Nacional. El Hospital Rosario Pumarejo de López mantiene la alerta amarilla hasta enero de 2026, preparado para atender cualquier emergencia. Si se produce una quemadura, médicos como Melquisedec Molina recomiendan lavar con agua tibia por 20 minutos y evitar remedios caseros, acudiendo de inmediato a un centro médico.

Así, Valledupar aboga por unas celebraciones incluyentes, donde la luz y la alegría prevalezcan sobre el ruido y los peligros. El llamado es claro: la seguridad y el bienestar de los más vulnerables debe ser prioridad para todas las familias durante estas fiestas.

¿Por qué la sobrecarga sensorial por pólvora afecta más a niños con TEA?

La sobrecarga sensorial provocada por la pólvora afecta especialmente a niños dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA) debido a su hipersensibilidad a los estímulos auditivos. Mientras los sonidos fuertes pueden incomodar a cualquier persona, en el caso de los niños con TEA, los ruidos intensos se perciben como dolor físico, generando crisis autistas graves, autolesiones y otras reacciones emocionales o neurológicas que pueden poner en peligro su salud.

Hacer visible esta realidad es fundamental para comprender la profundidad del impacto que tienen tradiciones aparentemente inofensivas. Las políticas y campañas que reconocen y atienden estas necesidades contribuyen a construir comunidades más incluyentes y responsables.