Por qué las personas odian escuchar su propia voz: es algo frecuente y detrás hay más por resolver

Bienestar
Tiempo de lectura: 5 min
Escrito por:  Óskar Ortiz
Actualizado: 2025-09-30 18:28:09

Una de las situaciones de las que poco se habla a diario hace parte de una realidad que, a pesar de que no se mencione mucho, tiene salidas fáciles.

Detrás de diferentes revelaciones en la vida diaria, una muy llamativa tiene que ver con la realidad de quienes al escucharse a sí mismos tienen una sensación de incomodidad.

Ese fenómeno que parece mucho más frecuente al momento de oírse en las grabaciones resulta muy común, a pesar de que es un tema del que pocas veces se habla en las conversaciones.

Lo cierto es que detrás hay algunas explicaciones y hasta soluciones prácticas para dejar atrás una situación que es tan habitual para la mayoría de personas que merece alguna clase de alternativa para superarla.

¿Por qué es molesto escuchar la propia voz?

Cuando uno habla, el sonido de su voz llega a los oídos de dos maneras diferentes: por conducción aérea (cuando las ondas de sonido viajan por el aire hasta el tímpano) y por conducción ósea (vibraciones internas que pasan por los huesos del cráneo).

Estas vibraciones internas realzan frecuencias bajas, haciéndonos percibir nuestra voz como más grave, más profunda o más “llena” de lo que realmente la oyen los demás. En una grabación sólo escuchamos la parte de conducción aérea, por lo que la voz suena diferente, a menudo más aguda y delgada, lo que produce sorpresa o molestia.

Además, hay un componente psicológico importante: la voz grabada no coincide con la imagen interna que uno tiene de sí mismo. Esa discrepancia, entre lo que creemos que suena y lo que realmente escuchamos, puede causar rechazo, incomodidad o hasta vergüenza.

Las personas acostumbradas a oírse de cierto modo, por ejemplo, al hablar, se sienten desconcertadas cuando el sonido carece del componente interno (huesos, resonancia) que han integrado como parte de su identidad vocal.

También intervienen factores sociales y emocionales: la voz es una parte de la autoimagen, del “cómo los demás me escuchan”, y muchas veces uno se juzga con dureza: si cree que la voz suena poco profesional, poco atractiva o insegura, el escucharla grabada la pone frente al juicio propio.

Algunos estudios muestran que con el tiempo, al exponerse más a su voz grabada, cierta gente reduce lo incómodo que le resulta, porque se va adaptando a ese sonido “externo”.

¿Cómo evitar que sea incómodo escucharse a sí mismo?

Evitar sentirse incómodo al escucharse grabado requiere tanto entender por qué la voz suena diferente como exponerla poco a poco hasta que deje de sorprender. Aquí varios métodos basados en investigaciones:

Un primer paso útil es simplemente familiarizarse: grabarse regularmente y escuchar esas grabaciones. Cuanto más lo hagas, más se reduce la reacción negativa, porque el cerebro se acostumbra al sonido externo de la voz y ajusta su ‘modelo mental’. Este fenómeno se relaciona con el principio psicológico de la exposición repetida.

Otra estrategia es enfocarse menos en cómo suena la voz y más en lo que se está diciendo. Si la atención está en el contenido, el mensaje, o la emoción que quieres transmitir, no te concentras tanto en detalles de tono, ritmo o ‘fallos’ que solo cada uno nota.

También ayuda mejorar la técnica vocal: entrenar respiración diafragmática para tener más soporte de aire, trabajar la entonación, la proyección de voz y el ritmo. Estas prácticas pueden dar más control sobre cómo suena tu voz grabada.

Finalmente, usar buen equipo de grabación mejora mucho: un micrófono decente, ambiente con poco ruido, evitar distorsión u eco. La versión grabada se acercará más a lo que percibimos al hablar, lo cual reduce la discrepancia.

¿Cómo grabar la voz propia sin que suene rara?

Grabar la voz sin que suene rara implica mejorar el entorno, la técnica vocal y el equipo que usas. Primero, buscar un espacio silencioso y con pocas superficies duras. Las paredes lisas y sin muebles tienden a rebotar el sonido; al contrario, usar alfombras, cortinas gruesas o ropa colgada ayuda a amortiguar ecos indeseados.

Luego, seleccionar un micrófono adecuado y ponerlo correctamente. El micrófono ideal no siempre tiene que ser caro; incluso uno de nivel medio puede servir si lo usas bien. Mantener una distancia óptima, entre 8 y 12 pulgadas (unos 20 a 30 centímetros), y evitar que el aire de las consonantes fuertes (como P, T, B) golpee directamente el micrófono, para reducir los ‘pop’ y distorsiones. Usar un filtro ‘pop’ para suavizar esos sonidos explosivos.

Cuidar la respiración y postura al hablar. Apoyarse con el diafragma en lugar de respirar de forma superficial permite un flujo más constante de aire y un tono más estable. Tener la espalda recta, hombros relajados y evitar tensiones en la mandíbula.

Durante la grabación, hacer pruebas previas para ajustar niveles (‘gain’) y evitar que la señal se sature o distorsione. Siempre monitorea con audífonos, para captar problemas que no escuchas al hablar.

Finalmente, en la postproducción aplicar procesamientos moderados: reducción de ruido (sin que su voz suene robótica), ecualización ligera para resaltar medios y agudos útiles, y compresión suave para nivelar las variaciones de volumen.

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