Paramilitares, amenazas y justicia: el polémico caso en Caldas que sacude la política local y nacional

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Confesiones, amenazas y extradiciones: así se entrelazan poder político, justicia y crimen en Caldas.

El caso judicial que implica a Edicson Vásquez Duque, exparamilitar condenado por el doble homicidio de Joaquín Sánchez Marulanda y su hijo Georgi Emilio Sánchez Restrepo, así como a Carlos Enrique Vélez Ramírez (alias Víctor), ha expuesto la compleja interacción entre la violencia paramilitar, la manipulación judicial y las amenazas a la integridad civil en La Merced, Caldas. Según información de LA PATRIA, Vásquez Duque fue sentenciado a 17 años de prisión y durante el proceso admitió que su declaración incriminando a Vélez fue producto de presiones y amenazas, agravadas por el fallecimiento de su madre, presuntamente debido al estrés causado por estas intimidaciones.

Las repercusiones de estos episodios violentos trascienden las sentencias individuales. Yeni Fernanda Henao, actual alcaldesa de La Merced y esposa del exalcalde Jhónatan Manuel, señaló que ambos se vieron forzados a exiliarse debido a constantes amenazas. La información que Vásquez Duque había entregado previamente al extinto Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y a la Policía Judicial (Sijín) sobre la presencia paramilitar en la región, fue uno de los catalizadores de la persecución y la extorsión que vivieron. A esto se sumaron antiguas relaciones sentimentales entre el exalcalde y personas vinculadas a jefes paramilitares, profundizando así la vulnerabilidad del entorno político y comunitario.

En este contexto, la confesión de alias Máxima sobre su participación junto a alias Víctor y un tercer implicado en el asesinato de las dos víctimas durante el intento fallido de cometer otro acto homicida en una mina de Filadelfia, Caldas, el 2 de septiembre de 2004, pone en relieve el nivel de violencia persistente y la clandestinidad operativa de estos grupos armados. Estos hechos se entrelazan con instancias judiciales de alcance nacional, pues Vélez Ramírez también intervino como testigo en el proceso judicial contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez, añadiendo un componente político a la ya compleja urdimbre del conflicto.

Las denuncias de extorsión ante el Gaula —el Grupo de Acción Unificada por la Libertad Personal de la Policía— realizadas por el exalcalde, seguidas de un operativo fallido por presuntas filtraciones, evidencian las dificultades estructurales para enfrentar redes de criminalidad organizada. A la par, la condena del propio exalcalde por pertenecer a la banda criminal “las Marionetas” subraya la coexistencia de corrupción y crimen en municipios afectados por la herencia paramilitar, según reportes de LA PATRIA.

Este entramado de violencia se inserta en el histórico legado de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), cuyo impacto en derechos humanos y democracia local ha persistido tras la desmovilización aparentemente iniciada en 2003. Estudios como los del Centro Nacional de Memoria Histórica y la Comisión de la Verdad resaltan que, pese al desarme formal, las estructuras criminales han mutado y continúan incidiendo política y territorialmente en departamentos como Caldas.

Por otra parte, la credibilidad de los procesos judiciales y la seguridad de los testigos siguen siendo temas críticos. Organizaciones como Human Rights Watch han documentado un patrón sistemático de amenazas y asesinatos a testigos y sus familiares, lo que plantea profundas dudas sobre la efectividad de la justicia transicional y la protección institucional en contextos de conflicto armado. Ejemplos de exilio forzado, como el de los Henao-Sánchez, son ilustrativos de estos desafíos actuales en la garantía de derechos y seguridad.

Finalmente, este caso invita a una reflexión sobre el valor y los límites del testimonio en sistemas judiciales y mediáticos condicionados por contextos de violencia e intereses cruzados. La necesidad de verificación rigurosa y análisis contextual adquiere relevancia cuando las fuentes pueden estar sujetas a coacciones o amenazas, como evidenció la situación de Vásquez Duque, de acuerdo con especialistas citados por la Fundación Gabo y Latam Journalism Review.

La resolución de este proceso en octubre, con la declaración de Vélez y los alegatos finales, será determinante para observar la capacidad de la justicia colombiana de enfrentar con eficacia los persistentes vínculos entre estructuras paramilitares y el poder local, mostrando así los retos actuales y futuros para la consolidación de la paz en regiones como Caldas.

¿Qué papel ha cumplido el Grupo de Acción Unificada por la Libertad Personal (Gaula) en la protección de líderes amenazados? La pregunta cobra relevancia porque la intervención del Gaula en denuncias de extorsión ilustra los obstáculos institucionales existentes frente al crimen organizado. En el caso referenciado, el operativo de entrega controlada fracasó, aparentemente por filtraciones, subrayando las limitaciones operativas de este grupo de élite de la Policía Nacional. Así, comprender el alcance y los desafíos de la labor del Gaula ayuda a dimensionar la vulnerabilidad de los líderes sociales y políticos en zonas azotadas por el legado paramilitar. Las recomendaciones y acciones de protección a quienes tienen mayor perfil público son temas recurrentes en la agenda de medios y de organismos de derechos humanos, mostrando tanto avances como persistentes amenazas.

¿Qué significa “concierto para delinquir agravado” en la legislación colombiana? Este término ha aparecido reiteradamente en procesos judiciales derivados del conflicto armado y la participación en organizaciones criminales. En el artículo, se menciona la condena por este delito impuesta al exalcalde, debido a su pertenencia a la banda conocida como “las Marionetas”. “Concierto para delinquir” en Colombia se refiere al acuerdo realizado por dos o más personas para cometer delitos, y el agravante se aplica cuando ese acuerdo tiene como propósito la comisión de crímenes de mayor gravedad, como homicidio o extorsión, o cuando los responsables ostentan alguna posición jerárquica en organizaciones criminales. Esta figura legal es usualmente debatida en escenarios donde la criminalidad organizada se entrelaza con sectores de poder local o regional.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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