Oscuros detalles de 'la Diabla': viajaba con armas y se camuflaba para evadir autoridades

El alias de ‘la Diabla‘ resuena como sinónimo de intriga, violencia y astucia en el bajo mundo del crimen organizado. Esta mujer, cuya historia ha sido reconstruida por el periodista Jacobo Solano Cerchiaro, no solo logró imponerse en un mundo dominado por hombres, sino que lo hizo utilizando métodos que iban desde la manipulación hasta la violencia extrema.

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De acuerdo con Solano, ‘la Diabla’ se caracterizaba por su capacidad para transformarse, tanto en lo físico como en sus estrategias.

“Siempre cambiaba de aspecto; una semana podría estar de pelo rubio y la otra de pelo negro. Usaba pelucas y disfraces”, explicó el periodista en su cuenta de X.

El ascenso de ‘la Diabla’ al poder criminal no fue casualidad. Según Solano, su camino al control comenzó con el asesinato de su pareja, Alexánder González, alias ‘el Calvo’, un narcotraficante con fuertes lazos en el Catatumbo. Junto a un amante, ella habría ideado un plan para atraer a ‘el Calvo’ con la excusa de un negocio relacionado con drogas.

El encuentro, que tuvo lugar en El Banco, Magdalena, terminó siendo una emboscada. Tras la muerte de ‘el Calvo’, ‘la Diabla’ no perdió tiempo en consolidar su poder. Regresó a Aguachica con más determinación que nunca, apropiándose de los bienes de su pareja y, según Solano, incluso quedándose con 300 kilos de cocaína que estaban almacenados en una bodega del ‘Clan del Golfo’.

Uno de los episodios más oscuros de la vida de ‘la Diabla’ fue su presunta implicación en la masacre del pastor Marlon Lora y su familia. Solano narra que un desacuerdo económico entre ambos habría llevado a ‘la Diabla’ a planificar el asesinato del líder religioso.

Oriunda de Gamarra, Cesar, ‘la Diabla’ empezó su vida criminal en el anonimato, pero su relación con ‘el Calvo’ le permitió entrar al mundo del narcotráfico. En pocos años, adquirió una reputación temible, respaldada por un historial de extorsión, homicidios y vínculos con redes de tráfico de cocaína.

Su personalidad despiadada y su habilidad para operar en las sombras la convirtieron en una figura influyente en el sur del Cesar.

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“Portaba una pistola y, según testigos, en ocasiones llevaba dos fusiles. Era conocida por no dudar en mandar a matar a quien se interpusiera en su camino”, añadió Solano.

Mientras las autoridades intentan esclarecer los múltiples crímenes en los que estuvo involucrada, su historia sigue siendo un ejemplo del poder destructivo del crimen organizado y de cómo, en medio del caos, algunos logran construir imperios sobre los cimientos de la violencia.