Científicos identificaron una clase desconocida de asteroides que serían ricos en agua

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Nuevas mediciones astronómicas han permitido identificar una clase nueva de rocas espaciales situadas en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter.

Nuevas mediciones astronómicas mediante espectroscopia infrarroja han permitido identificar una clase de asteroides hasta ahora desconocida. Están situados en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter y, al igual que el planeta enano Ceres, son ricos en agua.

Según los modelos informáticos, poco después de su creación, complejos procesos dinámicos desplazaron estos asteroides desde las regiones exteriores de nuestro sistema solar hasta el cinturón de asteroides actual.

“Son los restos de los materiales de construcción a partir de los cuales se crearon los planetas de nuestro sistema solar hace cuatro mil quinientos millones de años. En estos pequeños cuerpos y sus fragmentos, los meteoritos, encontramos numerosas reliquias que apuntan directamente al proceso de formación de los planetas”, explica en un comunicado el profesor Mario Trieloff, del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Heidelberg. El estudio actual demuestra que los pequeños cuerpos astronómicos proceden de todas las regiones del sistema solar primitivo.

A través de pequeños cuerpos procedentes del sistema solar exterior, el agua podría haber llegado a la Tierra, aún en crecimiento, en forma de asteroides, ya que los componentes básicos de los planetas del sistema solar interior tendían a ser áridos, según el Trieloff.

(Lea también: El telescopio James Webb detecta por casualidad el asteroide más pequeño jamás visto)

Los nuevos espectros infrarrojos fueron medidos por el doctor Driss Takir en las instalaciones del Telescopio Infrarrojo de la Nasa en el Observatorio de Mauna Kea, en Hawai. “Las mediciones astronómicas permiten identificar asteroides similares a Ceres con un diámetro tan pequeño como 100 kilómetros, situados actualmente en una región confinada entre Marte y Júpiter cerca de la órbita de Ceres”, explica Takir, astrofísico del Centro Espacial Johnson de la NASA y autor principal del estudio.

Al mismo tiempo, los espectros infrarrojos apoyan las conclusiones sobre la composición química y mineralógica de los cuerpos. Al igual que Ceres, en la superficie de los asteroides descubiertos hay minerales que se originaron a partir de una interacción con agua líquida.

Los pequeños cuerpos astronómicos son bastante porosos. La elevada porosidad es otra característica compartida con el planeta enano Ceres y un indicio de que el material rocoso es aún bastante original.

“Poco después de la formación de los asteroides, las temperaturas no eran lo suficientemente altas como para convertirlos en una estructura rocosa compacta; mantuvieron el carácter poroso y primitivo típico de los planetas helados exteriores situados lejos del Sol”, explica el doctor Wladimir Neumann, miembro del equipo de Trieloff. Él fue el responsable de la modelización informática del desarrollo térmico de los pequeños cuerpos.

Las propiedades de estos objetos similares a Ceres y su presencia en una zona relativamente estrecha del cinturón exterior de asteroides sugieren que estos cuerpos se formaron por primera vez en una región fría en el borde de nuestro sistema solar. Las perturbaciones gravitatorias en las órbitas de grandes planetas como Júpiter y Saturno -o “inestabilidad de los planetas gigantes”- modificaron la trayectoria de estos asteroides de tal modo que los objetos se “implantaron” en el cinturón de asteroides actual. Así lo demostraron los cálculos numéricos realizados por los investigadores sobre la evolución de la trayectoria en el sistema solar primitivo.

Los resultados se publicaron en Nature Astronomy.

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