Casas Refugio en Bogotá: refugio, autonomía y esperanza para mujeres que rompen el ciclo de violencia de género

Bogotá
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Las Casas Refugio en Bogotá redefinen la protección a mujeres: más que refugio, son impulso para su autonomía.

Las Casas Refugio en Bogotá se han convertido en una respuesta integral y diferenciada ante la violencia de género, marcando una distancia clara respecto a la concepción errónea que las asocia simplemente con centros de reclusión o albergues generales. Según la Secretaría Distrital de la Mujer, estos espacios temporales proporcionan protección tanto física como psicológica a mujeres que se enfrentan a alto riesgo de feminicidio o que han sido víctimas de violencia de género, permitiendo un ingreso voluntario y garantizando la confidencialidad de quienes allí acuden. Esta perspectiva rechaza el estigma del aislamiento obligatorio y centra la atención en el empoderamiento y la recuperación de proyectos de vida.

El modelo, impulsado por la Secretaría Distrital de la Mujer (SDMujer), introduce una atención que va mucho más allá de ofrecer refugio para las víctimas. Se articula en torno a tres ejes fundamentales: vinculación laboral, educación financiera e impulso al emprendimiento. Las mujeres que acceden a las Casas Refugio reciben el acompañamiento de trabajadoras sociales para fortalecer sus habilidades, mejorar sus hojas de vida, prepararse para entrevistas laborales y postularse a empleos. Paralelamente, acceden a capacitaciones sobre administración de dinero y manejo responsable de deudas, al igual que asesoría en la creación y fortalecimiento de pequeños negocios, elementos clave para garantizar su autonomía económica.

Esta estrategia responde a la comprensión, ampliamente respaldada por informes como el de ONU Mujeres en 2023, de que la independencia económica resulta esencial para romper el círculo de la violencia y asegurar a las mujeres una vida libre de temor y sin dependencia de su agresor. El informe señala que la reincidencia en situaciones de violencia suele estar ligada a obstáculos económicos, realidad que estas iniciativas buscan transformar al potenciar las capacidades y la autogestión financiera de las mujeres acogidas en las Casas Refugio.

La articulación interinstitucional fortalece esta apuesta. La Secretaría Distrital de Desarrollo Económico se involucra mediante talleres tanto presenciales como virtuales en temas de gestión presupuestal, control de gastos y alfabetización digital financiera; mientras que la Secretaría del Hábitat ofrece formación para facilitar el acceso a una vivienda digna, objetivo crucial en la construcción de una nueva etapa para las beneficiarias. Así, diferentes entidades suman esfuerzos en una política pública holística que sitúa a la mujer en el centro de la atención y el acompañamiento.

Comparativamente, modelos similares en América Latina, como el de Ciudad de México, revelan que el éxito en la reducción de la violencia de género se potencia cuando el refugio temporal se combina con iniciativas de empoderamiento económico y social. En cambio, experiencias en países donde los refugios se limitan solo a la protección muestran que el riesgo de retorno a entornos violentos persiste, lo que refuerza la relevancia de la propuesta aplicada en Bogotá (Instituto de las Mujeres CDMX, 2024).

Un aspecto fundamental de las Casas Refugio en Bogotá es el acceso libre y autónomo, desmintiendo la idea de obligatoriedad y promoviendo la decisión individual como motor de recuperación. Para facilitar este acceso, la Línea Púrpura Distrital ofrece atención inmediata y acompañamiento continuo, con más de 60.000 mujeres atendidas en un semestre, un dato divulgado por la propia Secretaría Distrital de la Mujer que refleja tanto la necesidad como la confianza depositada en estos servicios.

Al analizar la situación a nivel país, datos del Observatorio de Feminicidios de Colombia indican que, aunque Bogotá reporta una menor incidencia en comparación con otras áreas del país, la violencia de género continúa siendo una problemática estructural. Por esto, fortalecer estas casas y sus programas se ha convertido en un imperativo para la prevención efectiva y la reconstrucción digna de las vidas de estas mujeres (Observatorio Feminicidios Colombia, 2024).

En suma, la experiencia de las Casas Refugio en Bogotá ofrece una mirada humanista e integral a la problemática: no solo protegen, sino que abren caminos hacia la autonomía y el bienestar. Con medidas de apoyo económico, acompañamiento psicosocial y compromiso institucional, sientan un precedente para políticas públicas encaminadas a enfrentar la violencia de género desde la raíz y con enfoque a largo plazo.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Cuáles son los requisitos para acceder a una Casa Refugio en Bogotá?

Esta es una pregunta habitual entre mujeres que buscan protección pero desconocen el proceso para acceder a estos espacios. El acceso a una Casa Refugio es voluntario, confidencial y gratuito; sin embargo, está dirigido a quienes enfrentan situaciones graves de violencia de género o se encuentran en alto riesgo de feminicidio. En la primera evaluación, el equipo profesional determina si la persona cumple el perfil de riesgo y si el espacio puede garantizar su seguridad e integridad, priorizando siempre la protección urgente y la confidencialidad del caso.

El proceso suele iniciarse a través de la Línea Púrpura Distrital, centros de atención o entidades oficiales. Una vez valorada la situación, se realiza una entrevista inicial y, de ser pertinente, una remisión directa e inmediata. Es importante aclarar que no se requiere denuncia previa ni existe obligación alguna de permanecer en el refugio si la mujer decide salir, respetando así sus libertades individuales y su autonomía sobre el proceso.

¿En qué consiste el enfoque de educación financiera que se aplica en las Casas Refugio?

El enfoque de educación financiera integra sesiones de formación y acompañamiento orientadas a fortalecer las capacidades de las mujeres para administrar sus recursos, tomar decisiones informadas y proyectar estabilidad a largo plazo. Esta línea de trabajo pretende disminuir la dependencia económica, que con frecuencia dificulta la salida de las situaciones de violencia, y brindar una herramienta clave para afrontar los desafíos fuera del refugio.

La educación financiera abarca desde temas básicos como el ahorro y el manejo del gasto cotidiano (incluyendo el llamado "gasto hormiga", es decir, pequeñas erogaciones aparentemente insignificantes que afectan el presupuesto total), hasta aspectos más avanzados como acceso a servicios bancarios, uso de herramientas digitales y orientación para emprender pequeños negocios. Esta formación es impartida mediante talleres, asesorías y jornadas interinstitucionales, con el propósito de dotar a las mujeres de competencias concretas para su inclusión económica y social.

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