Bogotá
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En caso que no se avance en la construcción de tres proyectos, la capital va a tener afectaciones en 2026. Hasta ahora nadie ha dado una solución.
Bogotá podría sufrir un desabastecimiento energético si no avanza en tres proyectos críticos de infraestructura eléctrica: la línea de transmisión La Virginia–Nueva Esperanza, Chivor II y Sogamoso. Este panorama pone en alerta a la ciudadanía y los líderes políticos, quienes ya comenzaron a considerar las posibilidades de racionamiento de energía en un futuro cercano, según informó El Tiempo.
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Según señala la concejal María Victoria Vargas “las líneas existentes ya no cubren las necesidades actuales de energía”. La capital del país, que consume 3,100 megavatios de una capacidad máxima de 3,500, deja una reserva muy pequeña en caso de una emergencia. En este contexto, la ausencia de avances en los proyectos mencionados amenaza con retrasar iniciativas de gran calado como la primera línea del metro y los Regiotram, lo que conllevaría impactos negativos para la economía y la salud pública de los bogotanos, de acuerdo con el citado medio.
Diversos obstáculos amenazan la culminación de estos proyectos de infraestructura eléctrica. En el caso de La Virginia–Nueva Esperanza, los retrasos son principalmente causados por la necesidad de adquirir las licencias ambientales para el tramo La Virginia–Alférez en el Valle del Cauca. Mientras tanto, Chivor II y Sogamoso, pese a contar con avances significativos en liberación predial y cimentaciones, presentan un mero progreso del 29 % y 8 % respectivamente en kilómetros de tendido. Ambos enfrentan trámites suspendidos para obtener sustracciones de reserva forestal, de acuerdo con el impreso.
Las comunidades locales han manifestado su inquietud sobre las posibles consecuencias ambientales que estos proyectos pudieran producir. Entre las demandas de los habitantes, se encuentra el respeto por sus territorios y una reevaluación de los trazados para prevenir daños a las reservas naturales y culturales.
“Se van a retrasar todos esos proyectos y eso va a afectar, indiscutiblemente, la economía y la salud. No es un debate en contra de alguien; lo que queremos es una discusión que verdaderamente pueda dar como resultado soluciones concretas y que no nos lleve a un racionamiento con todas las consecuencias que sabemos que puede traer”, dijo la cabildante.
Este complejo escenario posiciona a Bogotá ante una disyuntiva que involucra la necesidad de desarrollo urbano y la protección ambiental, exigiendo un equilibrio sensible entre ambos. Si no se logra alcanzar una solución adecuada, no solo se vería afectado el estilo de vida de los ciudadanos, sino también el desarrollo y la continuidad de importantes proyectos de infraestructura que dependen críticamente de una fuente constante de energía.
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