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Noche movida en Colombia por temblores en madrugada de este sábado: este fue el epicentro
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La funcionaria habló sobre lo que significa trabajar junto al presidente Gustavo Petro, sus orígenes y los sacrificios personales que ha asumido.
Desde vivir en el sur de Bogotá hasta ocupar uno de los cargos más cercanos al presidente Gustavo Petro, Angie Rodríguez, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), ha recorrido un camino que define como “duro, pero lleno de sentido”. En entrevista con Semana, recordó cómo llegó a convertirse en la mano derecha del presidente.
“Soy como la mayoría de los colombianos, que viene de un estrato muy bajo, del 2, en el sur de Bogotá”, dijo. Rodríguez explicó que abrirse camino en la educación fue uno de los mayores desafíos de su vida. “No es fácil salir de un colegio público e ingresar a estudiar una carrera universitaria en las condiciones económicas de las que provengo. Es meritorio, gracias a la universidad pública logré estudiar, formarme y prepararme”, relató.
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Su llegada al Gobierno, contó, fue casi tan sorpresiva como su ascenso social. Recordó que se encontraba en una conversación con la senadora Laura Fortich cuando su teléfono empezó a sonar sin parar. “Tenía muchísimas llamadas del doctor Guillermo Alfonso Jaramillo... cuando vi esas llamadas, me asusté”, confesó. Minutos después, recibió una llamada inesperada: la del presidente de la República.
“El señor presidente me llamó y me pidió que me dirigiera hacia la Casa de Nariño”, rememoró. Al llegar, sin saber qué iba a pasar, le solicitaron sus documentos y luego fue recibida por el mandatario. “Cuando llegué a la oficina del presidente, lo primero que me dijo fue ‘hábleme de usted, quién es usted’. Yo, con orgullo, le respondí: ‘soy una hija del sur de Bogotá’”. Esa conversación marcaría el inicio de un nuevo capítulo en su vida.
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Desde entonces, su rutina cambió por completo. Rodríguez confesó que el trabajo le consume casi todo su tiempo y que “ya casi no duerme” por las exigencias del cargo. “No podía tener esa libertad que tenía antes y debía empezar a asumir un nuevo rol, pero sin perder mi esencia”, expresó.
El precio de servir desde la Casa de Nariño también ha sido emocional. “A veces duro horas llorando y digo: ‘Dios mío, qué falta me hace estar en mi casa porque donde estoy no es mi casa, es un lugar pasajero’”, dijo con franqueza. Por seguridad, debió abandonar su barrio de toda la vida, aunque asegura que no cambiará su identidad: “Les dije que no me iría a vivir a un estrato 6, donde no me siento yo misma”.
Sobre su trabajo con el presidente Petro, Rodríguez habló con admiración y lealtad. “El momento más difícil es cuando veo que el presidente deposita la confianza en funcionarios y lo traicionan”, confesó. “Es muy doloroso. Deposita la confianza en personas que después hacen todo lo opuesto. Esas cosas me marcan mucho como ser humano”.
Pese a las dificultades, Angie Rodríguez dice que sigue siendo aquella hija del sur que soñaba con servir a su país, aunque ahora lo haga desde el corazón del poder.
Finalmente, en la entrevista con Semana reiteró que no tiene diferencias con Alfredo Saade, expresó su admiración hacia Armando Benedetti e hizo énfasis en que mantiene una buena relación con la oposición.
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