Entretenimiento
Dayana Jaimes publicó foto que pone a temblar a hija de Diomedes Díaz: le tocó tomar acciones
Con el Premio Nobel de Paz que le dieron a la líder opositora, el régimen de Venezuela recibe un mazazo con connotaciones políticas dentro y fuera del país.
La entrega del Premio Nobel de Paz a la líder opositora María Corona Machado debe caerles a Nicolás Maduro —Cabeza del régimen de Venezuela y jefe del narcotraficante Cartel de los Soles, según Estados Unidos— y a quienes le son afines en la región como gota de limón en herida abierta, como machucón en dedo lesionado, como estruendo en medio de migraña. En las últimas semanas han sentido una fuerte presión por el despliegue naval de Estados Unidos en el Caribe, asustados además por una posible acción directa que los expulse del poder, y ahora esto: su más férrea detractora recibe el reconocimiento de un premio con prestigio mundial indiscutible.
(Le interesa: En público, Nicolás Maduro vocifera contra EE. UU., pero en privado le ofrece negocios)
Maduro y el segundo al mando del régimen, Diosdado Cabello, se preguntarán todavía este sábado, un día después de que el Comité Noruego anunciara que le otorgó el Premio Nobel de Paz 2025, cómo es posible que semejante galardón fuera para ‘la Zayona’, como ellos la llaman de manera irrespetuosa por ser de tez blanca y cabello negro y lacio (en alusión a un ánima del folclor venezolano). Acostumbrados como están al insulto, también le han dicho a Machado “diabla”, “demonia”, y, por supuesto, “terrorista”, “asesina” y “cobarde” (al difundir la falsa idea de que había huido a Colombia). Hugo Chávez, extinto jefe de Maduro y Cabello, le decía a Machado ‘burguesita de fina estampa’.
Si esas denominaciones insultantes tuvieran algún asidero en la realidad, si dijeran algo cierto sobre Machado, una organización tan prestigiosa como el Comité Noruego no se hubiera fijado en su trayectoria para entregarle el Premio Nobel de la Paz 2025. Es verdad que, de manera expresa, el Comité Noruego expuso que el galardón se le otorgaba a la líder opositora por su “incansable esfuerzo” para promover los derechos y libertades en Venezuela, y favorecer una transición “justa y pacífica” de “la dictadura a la democracia”. Pero el premio y las palabras que lo acompañan también son un terminante reproche al régimen.
Ahora el cuadro de Machado se sube a la selecta galería en la que ya están colgados los de personajes como Barack Obama, Kofi Annan, Nelson Mandela, Tenzin Gyatso (el XIV dalái lama), Teresa de Calcuta y Martin Luther King, entre muchos otros, cuyos nombres dan lustre a los esfuerzos que hay en diferentes partes del mundo por alcanzar la paz y resolver conflictos. Es la galería donde están las personas que han alcanzado los mayores logros en ese campo para la humanidad en su conjunto. Para recibir un Premio Nobel se tiene que ser un ser humano extraordinario.
Una de las pistas para entender el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a Machado tiene que ver con que lleva más de dos décadas enfrentándose a un poder autoritario y violento (en los hechos y con las palabras) sin acudir a la violencia, exigiendo el derecho que tienen los venezolanos de vivir en una democracia. Es célebre su reclamo a Chávez, en uno de sus extensos discursos en el que pintaba un país perfecto. “Tenemos ocho horas escuchándolo a usted describir un país muy distante del que estamos sintiendo todas las mujeres y las madres venezolanas”, le dijo Machado, entre otras cosas. Y obtuvo por respuesta: “[Usted] está fuera de ranking para debatir conmigo”.
El chavismo siempre ha minimizado a Machado o la presenta como un espanto, recurso que tiene profundo impacto en las gentes del común. Al decirle “zayona”, “diabla” o “demonia”, el régimen manipula el imaginario popular para predisponer a las masas en su contra. Evoca las cacerías de brujas que animaron autoridades religiosas en distintas partes del mundo cuando señalaban a mujeres que eran finalmente quemadas en hogueras por diferentes prácticas. Al considerarla inferior, es discriminatorio con una mujer y mira con desprecio las justas reclamaciones del pueblo que ella representa.
Pues ese ‘espanto’ al que le teme tanto el régimen se le acaba de presentar de forma inesperada: como Premio Nobel de Paz, una distinción que prueba que, para el resto del mundo, Machado no es ningún fantasma, sino la figura misma de la paz.
Y esto resulta terrorífico para el régimen de Maduro porque si, como aseguran algunos, la oposición estaba diezmada, débil, desmoralizada —por ver cómo su entusiasmo y deseo de cambio expresado en las urnas el 28 de julio de 2024 fue birlado descaradamente por Maduro al usurpar el poder, y por la brutal represión que desató el régimen—, ahora recibe una bocanada de oxígeno ya que el Premio Nobel de Paz para Machado tiene implicaciones políticas innegables, entre otras cosas porque anima la voluntad de lucha dentro de Venezuela y aumenta la visibilidad internacional de la causa opositora.
Es un golpe político contra Maduro también porque queda en evidencia la ineficiencia de todas las medidas que ha tomado para atajar a Machado, ese personaje que tanto lo asusta, desde inhabilitarla por 15 años para que no participe por ningún cargo de elección popular, el robo mismo de las elecciones presidenciales que ganó Edmundo González, la prohibición para que salga del país (ahora es grande la expectativa por si va a recibir el galardón personalmente el primero de diciembre en Oslo) o para que se desplace en avión dentro de Venezuela, hasta amenazarla y perseguirla obligándola a vivir ahora en la clandestinidad.
A varios de estos aspectos se refirió el Comité Noruego al anunciar el Premio Nobel de Paz para Machado, quien superó a más de 300 candidatos que aspiraban al galardón, entre ellos, el mismísimo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Hasta eso ha conseguido Machado, no porque tenga poderes sobrenaturales como los que sugiere el régimen al decirle “diabla” y “demonia”. Es un logro más por la fuerza de un pueblo que la respalda.
Es tal el encono del régimen contra Machado que, frente a la latente amenaza de una acción directa de Estados Unidos, Diosdado Cabello amenazó hace unos días: “Si vienen por nosotros, vamos por ella”. Poseídos como están, tampoco entienden que ahora el Premio Nobel de Paz le da a la líder opositora un revestimiento especial. El mundo entero habla hoy de su nueva condición y tiene la atención puesta en ella y en lo que le pueda pasar. Aunque el terror, en sus fases terminales, puede ejecutar acciones desquiciadas.
Sigue leyendo