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El sumo pontífice no pudo arrodillarse, pero esto no impidió que pudiera completar el ritual de cada jueves santo. Envió un mensaje de humildad y unión.
Este jueves, el papa Francisco —cuyo nombre es Jorge Mario Bergoglio— regresó a la prisión en la que hace 10 años inició el rito de la misa ‘In coena domini’, en la que cada jueves santo les lava los pies a doce presos como recuerdo del gesto que tuvo Jesús con sus doce apóstoles antes de ser crucificado.
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El pontífice acudió a la casa del marmo en Roma, una cárcel de menores ubicada en la periferia de Roma, donde tras su homilía, en la que animó a los fieles a ayudarse entre sí, se levantó de su silla de ruedas para lavar y besar los pies diez hombres y dos mujeres detenidas.
Francisco, que fue dado de alta el pasado sábado después de haber estado ingresado tres días en el hospital Gemelli por una bronquitis, no pudo arrodillarse, pero esto no le impidió llevar a cabo el ritual y besar cada uno de los pies sin ayuda.
Los doce jóvenes reclusos, por su parte, aguardaron la llegada del papa sentados en un altillo. Entre ellos había diez hombres —cinco mayores de edad y cinco menores— y dos mujeres —una mayor de edad y un menor—.
Según detalló la Santa Sede en un comunicado, dos jóvenes eran de origen gitano, otro era croata, otro rumano, otro ruso, otro senegalés y el resto musulmanes.
“Llama la atención que Jesús, justo el día antes de ser crucificado, tuviera este gesto lavar los pies. Entonces era una costumbre hacerlo antes de entrar en casa, pero era un trabajo de esclavos”, les contó el papa a todos ellos y al centenar de personas congregadas en la capilla de la prisión.
En sus explicaciones, el sumo pontífice reiteró que, más allá del símbolo que tiene el gesto, lo que quería demostrar era que todas las personas debían ayudarse entre sí “porque así la vida es más bonita”.
“Jesús lo sabe todo y nos ama. Y nos lava los pies a todos. Él no se asusta de nuestras debilidades, porque él ya pagó por nosotros, solo quiere tomarnos de la mano para que la vida no sea tan dura”, afirmó Francisco, quien pronunció la homilía.
Luego de la misa, el papa compartió unos minutos con los reclusos, quienes le regalaron una cruz realizada en un curso de carpintería, además de unas galletas y un paquete de pasta, ambos elaborados en las cocinas del centró, indicó la Santa Sede.
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