Medellín
Viralizan último video de motociclista que murió en Medellín: iba a toda velocidad en moto
Tú navegador no es compatible para reproducir este audio
La cabeza del régimen de Venezuela acaba de perder uno de sus principales apoyos, el del también dictador Bashar al Asad, sostenido por Rusia e Irán.
Lo que le acaba de pasar en Siria a Bashar al Asad prueba que en ninguna parte del mundo las dictaduras duran para siempre. Se pueden heredar, como ocurrió en ese país asiático (lo mismo que en Corea del Norte, entre otros), pero terminan derrocadas después de causar gravísimos daños. En el caso sirio, más de 300.000 muertos, seis millones de refugiados y miles de presos políticos. El escape de Al Asad hacia Moscú podría parar el desangre de esa nación y, al otro lado del mundo, desapuntala en alguna medida al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.
(Le interesa: Si Petro va a posesión de Maduro, cuyo régimen ya es dictadura, tendría efecto electoral)
Al Asad en Siria, Vladimir Putin en Rusia y Xi Jinping en China, lo mismo que otros regímenes dictatoriales en América como los de Cuba y Nicaragua, se apresuraron a reconocer el triunfo espurio de Maduro en las elecciones del pasado 28 de julio. Hasta ahora, el régimen no ha mostrado las actas electorales y se alista para posesionar a Maduro, exactamente dentro de un mes, el 10 de enero de 2025, con lo cual repetirá otro mandato de seis años, hasta el 2031. Pero las fichas en el ajedrez mundial se vienen moviendo de una manera que no favorecen los intereses maduristas.
De hecho, la caída de Al Asad se debió, entre otras cosas, a que sus principales sustentos —Rusia, Irán y el grupo terrorista Hezbolá (que también respaldan al régimen venezolano)— tienen guerras que enfrentar: en el caso de Rusia, la ilegítima invasión a Ucrania que se salió de todos los cálculos temporales y ahora también escaló con el permiso que le dio EE.UU. para usar sus misiles; en el de Irán, el conflicto de baja intensidad, pero constante y siempre amenazando salirse de madre, con Israel; y en el de Hezbolá, su lucha por sobrevivir ante la dura ofensiva de Israel, que lo descabezó al abatir a su jefe, Hassan Nasrallah y hasta a quien lo iba a suceder, Hashem Safieddine.
Así que, a esa tríada, también conocida en el mundo como el ‘Eje del Mal’, se le han presentado problemas inmediatos, tanto en lo temporal como en lo espacial, que debe atender con prioridad. Rusia, Irán y Hezbolá tendrán que evaluar con el frío pragmatismo que caracteriza las relaciones internacionales lo que representa Venezuela para sus intereses al otro lado del Atlántico, y sopesar si destinan recursos a esa cabeza de playa que tienen en América Latina o a resolver sus propios conflictos. Si no pudieron (o no quisieron) seguir sosteniendo a Al Asad en Siria, es factible colegir que quiten o por lo menos disminuyan su respaldo a otras dictaduras en el mundo.
La actitud de Rusia e Irán la resumió con claridad Mark Rutte, secretario general de la OTAN, con una clara advertencia para los países que tienen relaciones con ellos: “Rusia e Irán fueron los principales patrocinadores del régimen de Asad y comparten la responsabilidad por los crímenes cometidos contra el pueblo sirio”, dijo Rutte en un comunicado distribuido a la prensa y reproducido por la AFP. Esos dos países “también demostraron ser socios poco confiables, abandonando a Asad cuando dejó de serles útil”.
Aún es incierto el futuro inmediato de Siria por cuanto el líder de la organización islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), que encabezó la coalición de rebeldes que sacó corriendo a Al Asad, el también islamista Ahmad al Shareh, más conocido como Abu Mohamed al Jolani, estuvo vinculado en el pasado a organizaciones yihadistas como Al Qaida y HTS sigue siendo considerada un grupo “terrorista” por los gobiernos occidentales. Sin embargo, es poco probable que entre sus metas iniciales esté respaldar a Venezuela como lo hacía Al Asad, cuando lo que debe hacer es conformar un gobierno de transición para estabilizar el país.
En medio de este panorama, la elección de Donald Trump como presidente de EE. UU. también le dibuja negros nubarrones a Maduro. Su administración no será tan laxa como la de Joe Biden, que le devolvió al régimen venezolano a los narcosobrinos y al señalado testaferro colombiano Álex Saab a cambio de nada. Trump, que se posesionará diez días después de Maduro, nombró a dos halcones en el Departamento de Estado que conocen muy bien la situación latinoamericana y se han declarado abiertamente antichavistas: el secretario de Estado será el curtido senador republicano de ascendencia cubana Marcos Rubio y su segundo será Christopher Landau, exembajador en México y que vivió en Caracas por un buen tiempo.
Por el lado de América Latina, sustentos del régimen venezolano como la dictadura de Miguel Díaz-Canel en Cuba y la de Daniel Ortega en Nicaragua también enfrentan sus propios problemas. La isla padece una severa crisis energética y económica que ha repercutido también en lo humanitario. En el caso del país centroamericano, el régimen enfrenta un cada vez mayor desprestigio por haber modificado la constitución para que Ortega, entre otras cosas, designe a su esposa, Rosario Murillo, como copresidenta del país, en una clara maniobra nepotista que busca heredarle el poder a su cónyuge en caso de que falte el excomandante guerrillero devenido en dictador.
A Maduro todavía le podrían quedar algunos respaldos en la región como el del presidente colombiano, Gustavo Petro, sometido a fuertes presiones por no manifestar claramente su postura frente al régimen. De hecho, la Cámara de Representantes aprobó este lunes una proposición para solicitar que ni el mandatario ni y ningún representante del Gobierno asista a la posesión de Maduro. Pero el presidente Petro respondió que él es el responsable constitucional de las relaciones exteriores de Colombia, invitó al Congreso a “no invadir la esfera constitucional del presidente” y anunció que “en su debido momento” decidirá si asiste a no a la posesión de Maduro.
El tiempo, sin embargo, también corre en contra de la actitud gris de Petro frente al régimen venezolano, porque de aquí al 10 de enero deberá tomar una decisión: si el jefe de Estado colombiano o algún representante de su Gobierno va a la posesión de Maduro, quedará claro que reconoce a la dictadura (el régimen de Maduro lo es porque no respeta el Estado de derecho, no respeta la separación de los poderes públicos y no respeta los derechos humanos) y convalida el resultado fraudulento de las elecciones en Venezuela.
Las nuevas circunstancias que dieron al traste con la dictadura de Al Asad en Siria y las condiciones políticas en América no conducirán de inmediato a que Maduro deje el poder y tampoco impedirán que se posesione como pretende el 10 de enero próximo. Pero el debilitamiento en sus apoyos, así como la certeza cada vez más extendida de que retiene el poder a pesar de haber perdido las elecciones, harán más vulnerable su régimen e ilegítima su presencia en Miraflores. También, claro, pueden provocar su mayor radicalización y aislamiento con imprevisibles consecuencias para los venezolanos.
Viralizan último video de motociclista que murió en Medellín: iba a toda velocidad en moto
Nuevo golpe de Trump a Colombia: EE. UU. hizo advertencia para quienes viajen hacia acá
"$ 40 millones en efectivo": caso de 'Lucho' Herrera tomó rumbo oscuro con una revelación
"Eso estaba planeado": asesinato del hijo de inspector de la Policía toma oscuro rumbo
"Una relación": vecino de 'Lucho' Herrera hace explosiva revelación en caso del exciclista
Tristeza para quienes quieren viajar a Estados Unidos: negarán visas a estos extranjeros
Colombianos de una misma familia murieron en accidente masivo que dejó 11 víctimas
Aparece video del accidente de camión que rodó 180 metros; familia llora al conductor
Sigue leyendo