Economía
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Todavía muchos creen que la caída de las Torres Gemelas fue un “trabajo interno” del gobierno Bush.
Otros piensan que fue una estrategia para desencadenar una guerra global e insólita contra China y otros, más aterrizados, sostienen que el 11-S (siglas para señalar la fecha del atentado) se usó para abrir una caja de pandora que desencadenó los peores males del mundo actual.
Sin embargo, el 11-S representa para la sociedad estadunidense una herida que está lejos de sanar. No bastaron las invasiones a Irak y Afganistán, ni la cacería de ‘terroristas’ en las propias barbas del mundo islámico, porque todo se revirtió en su contra.
“Miles de vidas fueron repentinamente terminadas por el mal. Despreciables actos de terror”, afirmó el presidente George W. Bush ante un país paralizado por el terror.
“Éste es el día en que todos los norteamericanos se unen para dar solución a la justicia y la paz. Estados Unidos ha derribado enemigos y lo hará de nuevo esta vez”, sentenció el tejano que envió a la guerra a su país y con él a Inglaterra, Canadá, España, Dinamarca, Polonia y Australia, en una coalición que saldó más de 3.520 uniformados muertos.
No obstante, en toda la campaña en territorio afgano e iraquí, las muertes superaron las 300.000 víctimas entre civiles y militares, mientras que 1,2 millones de personas fueron desplazadas de sus territorios en los 14 años de guerra “contra el eje del mal”.
La supuesta explosión en el ala oeste del Pentágono no pudo ser provocada por un avión, sino por una bomba, quizás un misil. Los radares de aproximación no habrían detectado que una aeronave comercial de pasajeros iba en dirección al buró de inteligencia. Los videos no muestran con claridad el objeto del impacto.
Y no por el choque directo de las dos aeronaves. Circuló durante un tiempo la versión de que se halló en los escombros muestras de un químico llamado ‘termita’ usado para explosiones controladas, aunque esa versión jamás fue confirmada por ninguna fuente seria.
Porque los presuntos pilotos suicidas no eran tan expertos como para dirigir, con tanta precisión, dos naves de esas proporciones. Se cree que alguien más dirigió los ataques desde un punto cercano al sitio de los impactos. Otras voces señalan lo contrario. La CIA no da crédito a esas versiones y confirma que Ziad Samir Jarrah y Mohamed Atta pilotaron las dos aeronaves el 11 de septiembre de 2001.
Se cree que los principales organismos de inteligencia del mundo sabían que ocurriría un atentado en suelo estadunidense, y que sería ejecutado por agentes bien entrenados de un servicio de inteligencia fuerte. Nada de eso ha sido confirmado, ni siquiera discutido por el comité de investigación del Congreso de Estados Unidos.
Por supuesto que a la CIA le siguen indilgando más conspiraciones de las que ella misma podría soportar. Al parecer, antes de que se presentaran los impactos en las torres, hubo millonarias operaciones con acciones de bajo precio a nombre de ‘Buzzy’ Krongard, director de la CIA y expresidente de una firma de inversiones. Al estallar el caos y la locura en Nueva York hace 15 años, se dispararon las opciones de compra de esas acciones llenando con decenas de millones los bolsillos del hombre fuerte de la inteligencia de Estados Unidos. Teoría descartada por los especialistas.
Por este hecho fueron capturados 5 ciudadanos israelíes a quienes nunca se les pudo señalar de conspiración o que tuvieran vínculos con el Mossad. La justicia de Estados Unidos apenas pudo formularles cargos por inmigración ilegal. Al parecer, Israel esperaba que pasara todo cual como sucedió para apoyar una guerra frontal contra sus enemigos históricos en Oriente Medio.
Al parecer, la CIA maquilló un video en el que el líder talibán se atribuye los atentados del 11-S, pese a que las principales cadenas de televisión del mundo ya habían difundido un video en el que Bin Laden negaba su participación.
El escrito y analista internacional, Miguel Pedrero, sostiene que con la guerra desatada contra el terrorismo en Medios Oriente, los Estados Unidos y los aliados buscaban frenar el avance de China en Afganistán e Irak en su plan por consolidar una red de oleoductos para el suministro de petróleo a ese país.
Por lo tanto, la idea que ha inspirado películas acerca de que los pasajeros del fatídico avión de United Airlines se tomaron la aeronave, neutralizaron a los terroristas y luego habrían hecho caer el aparato a tierra, resulta inverosímil. La teoría que más ha circulado es que el avión fue derribado por un caza F-16 siguiendo instrucciones del alto mando del Gobierno.
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