Esta semana a escribir sobre la muerte de Juan Gabriel y la de Gene Wilder, el liderato de Nairo Quintana en la Vuelta a España, la firma de los acuerdos de paz y las medallas logradas por los deportistas colombianos en los Olímpicos, todo enmarcado en un tema: la sobreactuación de las personas.

Qué manera de exagerar, de rasgarse las vestiduras de vivir con los sentimientos a flor de piel y apropiarse del fallecido o del campeón. No puede alguien morirse o triunfar sin que salgamos a gritar nuestro dolor o nuestro júbilo.

Y no son las redes sociales, somos las personas, la única responsabilidad de internet es difundir un fenómeno que ha existido toda la vida. Bien por la paz, es el tema del momento en Colombia y con razón, después de 60 años de conflicto, pero he visto subir a Facebook selfies llorando por la firma de los acuerdos. De verdad, calma, que sin perder la cabeza es que se logran las cosas.

Pero apareció Paloma Valencia con el cuadro de Uribe como si fuera el Sagrado Corazón y me resultó imposible no hablar del asunto. ¿Cómo desperdiciar semejante papaya?

Si hablamos de sobreactuados, ella y los demás seguidores de Uribe. Impresiona tanto la imagen que salió en el fondo de un video al que nadie le puso atención. Si me preguntan de qué hablaba la senadora, no tengo ni idea, toda mi atención se la llevó el cuadro.

Lo tiene colgado en una de sus paredes, lo cual es terrorífico. Imagine despertarse de madrugada con hambre, pararse en silencio a atracar la nevera y dar con ese cuadro. Imposible salir de la cama en mitad de la oscuridad sabiendo que esa imagen anda por ahí.

Luego se supo que la obra es de una artista nacida en Popayán que ha pintado a diferentes personajes de la vida nacional en situaciones similares a la del cuadro de Uribe.

Se entiende que es arte, sin embargo queda la idea de que, sus seguidores en general, y Paloma Valencia en particular, ven al expresidentes como un mesías, literal.  Uno no puede tener ídolos en esta vida porque termina entregando sus ojos y su conciencia y pierde la capacidad de análisis.

Apenas vi la foto del cuadro en internet pensé en Phoebe Buffay, el personaje de Friends que en uno de sus capítulos regala a sus amigas dos cuadros horrendos: Gladys y Glynnis. Todos en la serie son conscientes de la fealdad de las dos obras, menos ella.

Friends / Friends - Pulzo.com

Y es entendible, quienes hemos visto Friends sabemos que Phoebe es divertidísima, pero está chiflada, no se puede confiar en su criterio. Paloma Valencia es entonces la Phoebe Buffay del Centro Democrático.

Entiende uno entonces que las diferencias entre los partidarios de Uribe y César Gaviria no son políticas sino estéticas. El expresidente risaraldense es un famoso coleccionista de arte y es probable que no le mate la obra artista payanesa a la que Valencia le compró el cuadro.

No quiero descalificar a la pintora y su obra, que bien amplia y celebrada es, pero para cerrar, preguntas: ¿qué fortuna le pagaron para que hiciera ese cuadro? ¿A qué tipo de torturas y extorsiones la sometieron?, porque cuesta creer que alguien haga algo así por voluntad propia.

No tiene pinta de ser el Sagrado Corazón, tiene más bien cara de Anticristo.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.