En los últimos días Colombia ha vivido una efervescencia noticiosa, con dos acontecimientos que tienen profunda incidencia en la vida de los ciudadanos, como fue la derrota plebiscitaria el domingo 2 de octubre que sufrieron los acuerdos finales firmados entre el gobierno y las Farc luego de 4 años de negociaciones en La Habana, y también el Premio Nobel de Paz otorgado por el Comité Noruego al presidente Juan Manuel Santos, por su esfuerzo para poner fin al conflicto con la guerrilla de las Farc. Estos eventos tan trascendentales para el país tienen unas características determinantes en el futuro de Colombia.

La derrota electoral de los acuerdos negociados en La Habana, al pronunciarse por el NO mayoritariamente el electorado, necesariamente ha producido un nuevo panorama político, en donde los sectores de oposición han puesto sus objeciones al documento, unos exigiendo que el acuerdo sea defenestrado y otros más moderados pidiendo una revisión, entonces debe primar la mesura, pero sin olvidar que estamos frente a una guerrilla marxista leninista de corte totalitaria como las Farc, que busca lograrlo todo cediendo muy poco o nada, por ello el Premio Nobel que es como un gran bálsamo para el presidente Santos, debe contribuir a que el fin del conflicto político militar se logre los más pronto posible.

Con el Premio Nobel la comunidad internacional manda una señal de respaldo al país para la terminación del conflicto, pero no hay que olvidar que la solución es responsabilidad de los colombianos, porque hay que tener en cuenta la autodeterminación de los pueblos, la independencia nacional y la no injerencia en los asuntos internos de otra nación.

Sin embargo el galardón para el presidente tiene un significado importantísimo para continuar en la búsqueda de la paz política, y ojala la guerrilla del Eln que siempre ha sido experta en dilatar las negociaciones entre en el camino del dialogo. Por ello el Nobel aunque es un hecho histórico sin precedentes, no debe de servir para incrementar la división y el triunfalismo de parte de las personas que lideraron el SI en el pasado Plebiscito, sino que por el contrario tendrá que contribuir a la reflexión de la ciudadanía.

Con el plebiscito del 2 de octubre quedan en el ambiente varios interrogantes, principalmente con los llamados grandes medios de comunicación y las encuestas, porque es inexplicable que los principales líderes de opinión que respaldaron el Si, con una campaña avasalladora, hubieran salido derrotados al no tener el suficiente eco en la población, con lo cual la credibilidad de ese sector queda en entredicho, de igual manera las encuestadoras que llegaron a darle ventaja de 35 puntos al SI sobre el NO días antes del plebiscito, también quedaron mal paradas.

Con esto en futuras contiendas electorales ningún partido político tendrá confianza para escoger y determinar a sus candidatos por encuestas, y surgirán personajes folclóricos que al no creer en las encuestas se lanzarán al ruedo político sin ninguna seriedad, de igual manera los llamados grandes medios deben hacerse un autoexamen, porque su credibilidad y poder orientador en la ciudadanía han quedado maltrechos, resaltando que con la revolución en las comunicaciones los grandes medios en la actualidad, han sido superados por portales de reciente creación en Internet, destacándose para el caso colombiano Minuto30, Pulzo y Las 2orillas de acuerdo a la medición internacional de Alexa.

El voto por el NO el domingo 2 de octubre, no es patrimonio exclusivo de un determinado partido político en especial, pues se considera que producto de la desconfianza sobre los acuerdos de La Habana un 30% de los casi 6.5 millones de votantes no estaban identificados con ningún bando político y sufragaron negativamente, a ello se agrega la campaña triunfalista y agresiva de los dirigentes del SI, que tuvo un efecto contrario, pero también la abstención del 62% demuestra que una buena parte de los que no votaron lo hicieron porque ni leyeron ni entendieron esos acuerdos, intuyendo que había gato encerrado, como se dice popularmente.

De acuerdo a las anteriores consideraciones tanto el Premio Nobel como los resultados del Plebiscito, tienen que conjugarse para sacar adelante un buen acuerdo de paz.

Hay que insistir que dentro de los acuerdos finales de La Habana, para revisar existen entre otros, la parte agraria, la impunidad, la elegibilidad y el problema de las drogas, pero fundamentalmente esta la persecución a los rivales políticos de las Farc, con la Jurisdicción Especial para la Paz(JEP) y la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, creándose una especie de policía política, en donde a los adversarios ideológicos de las Farc se les puede denominar como paramilitares o ser parte de sus redes de apoyo, lo cual es un exabrupto, subrayando que tanto el partido comunista como las Farc a lo largo de los diálogos han buscado que el estado colombiano proscriba al anticomunismo, como si el marxismo fuera una doctrina política intocable, sacrosanta y que tuviera un señalamiento divino, cuando lo que ha representado para la humanidad han sido desgracias y sufrimientos, pues es la organización criminal más grande que ha existido en toda la historia.

En Venezuela por lo menos Hugo Chávez, comenzó a perseguir a sus rivales ideológicos y políticos cuando llegó al poder en 1999, pero las Farc en Colombia son mas ambiciosas, porque antes de tomarse el poder definitivamente, quieren empezar a perseguir a sus enemigos ideológicos y políticos, y por ahí derecho a los empresarios que no son de su agrado y al sector rural que no ha sido afecto a sus pretensiones, además es una obsesión de la banda armada perseguir a la prensa que no comulga con sus sofismas, pues saben que lo que ellos llaman la “batalla de ideas” la tienen perdida, de igual manera el rechazo notorio en contra de las Farc se verá en la academia, las organizaciones sindicales y sociales, ya que la doctrina marxista leninista es anacrónica y oscurantista.

El premio Nobel y los resultados del plebiscito son acontecimientos exiguos, que necesariamente deben de conducir a la terminación del conflicto, por ello sin triunfalismo ni derrotismo, serenamente hay que construir unos acuerdos, en donde no haya ventajismos estratégicos para los violentos y se alcance la paz política. Recordando que con la terminación del conflicto por la riqueza del país, Colombia tendrá importantes inversiones de las transnacionales que habrá que controlar para no causar un impacto ambiental catastrófico.

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