[…] Está bien que se haga esa defensa, pero no lo es que se haga por cuenta del empañamiento del esplendor lingüístico del idioma español.

Desde hace algún tiempo, se puso en boga entre numerosos hispanohablantes el uso del signo de arroba, con la equivocada idea de que vale para señalar en una palabra el género simultáneo: femenino y masculino. Aunque a los precursores de tal invento pudiese parecerles «muy normal» hacerlo ─y hasta licencioso─, es preciso advertir que en nuestro idioma no es correcto ese uso; es un adefesio involucrar en una palabra tal grafía.

La Real Academia Española (RAE), vigía permanente del esplendor del castellano, sostiene que el signo de arroba, por no ser lingüístico, es inaplicable con el valor semántico simultáneo que algunos legos en gramática pretenden darle. Concretamente, la máxima rectora del español ha dicho que el signo de arroba (@), que algunas personas emplean en Colombia para significar que la palabra vale para masculino y para femenino, no constituye de modo alguno una letra. Por lo tanto, su uso es incorrecto, aunque sea clara la intención de resaltar la doble condición de género, y aunque la característica morfológica de @ (arroba) parezca incluir simultáneamente a las vocales a y o.

Una consulta mía sobre el particular, hace algunos años, obtuvo la siguiente respuesta de aquella institución con sede en Madrid (España): «Para solventar el problema de la pesadez que supone la repetición de cada uno de los apelativos en ambos géneros, comienza a circular la novedad, al hilo de la popularización de la informática, de utilizar el signo de la arroba (@) como moción de género para referirse a ambos sexos, ya que, curiosamente, este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o. Con ello, en una misma palabra se integran gráficamente tanto el nombre masculino como el femenino. Aunque este recurso no deja de ser ingenioso, hay que recordar que la arroba no es un signo lingüístico, y que este uso no puede considerarse aceptable en español desde el punto de vista normativo».

Es claro que la «fiebre» por el uso del signo de arroba surgió de los movimientos sociales que defienden la diferenciación de sexo (que no de género). Está bien que se haga esa defensa, pero no lo es que se haga por cuenta del empañamiento del esplendor lingüístico del idioma español. Es tanto como si el hijo que no ha sido reconocido por su papá arremetiera contra él y le causara daño físico, en una intención desesperada porque lo registre con su apellido.

La Real Academia Española también anota claramente: «Se olvida que en el lenguaje está prevista la posibilidad de denominar colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, y que ello nada tiene que ver con la dominación de un sexo por otro». Y agrega: «En español, el masculino de los nombres apelativos, especialmente cuando se emplean en plural, tiene la particularidad de incluir en su designación tanto a seres de sexo masculino como femenino».

De lo anterior podemos concluir y advertir que grafías como las siguientes son censurables idiomáticamente:

*. «Se cita a los padres y madres de los niñ@s a una reunión urgente».

* «Los derechos corporativos nos cubren a tod@s».

* «Se cuidan niñ@s».

Estas oraciones debieron ser escritas así:

*. «Se cita a los padres y madres de los niños a una reunión urgente».

* «Los derechos corporativos nos cubren a todos».

* «Se cuidan niños».

Como lo advierten las autoridades lingüísticas, el uso del masculino no significa de ninguna manera que haya predominio de ese género sobre el género femenino. En este asunto se equivocan las llamadas feministas, pues confunden anatomía con gramática; en verdad hay una abismal diferencia entre las dos. Vale recordar que las personas tenemos sexo y que las palabras tienen género, no al revés.

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