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Los habitantes de la vereda Zarcitos, destruida por la fuerte avenida torrencial de este sábado en Montebello, Suroeste antioqueño, no salen del dolor porque afirman que es muy seguro que no podrán volver a habitar el lugar que los vio crecer y en el que toda una descendencia decidió mantener el arraigo de una familia.
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El susto y una oportuna alarma de los bomberos les dio la fuerza y la astucia para salir corriendo a tiempo y fue así que salvaron la vida de todos los pobladores. Pero las casas que levantaron en ese que era su hogar no corrieron la misma suerte. Por lo menos 30 viviendas fueron destruidas o sufrieron daños de consideración cuando la fuerza de la montaña se unió con la del agua, en una mezcla de palos, lodo, rocas y tierra, y se llevó por delante lo que había a su paso.
Ariel Ramírez cuenta que en Zarcitos todos eran de la misma familia. Por ello, aunque él ya no vive en ese lugar donde creció, fue de inmediato cuando se enteró de la situación, para apoyar a primos, primas, hermanos y hermanas, tíos y tías, sin contar los sobrinos, que hoy están con la angustia en medio de la fortuna de no perder ningún ser querido.
“Zarcitos queda más cerquita a la carretera de Montebello, es una vereda muy apreciada, de una misma familia toda, todos somos la misma familia. Nos duele mucho porque aquí nos levantamos con la abuela, las tías. Las casas quedaron destruidas, hay unas 16 en pie, pero ya uno no duerme tranquilo allá. La veredita murió, toca mirar una reubicación en otra parte”, expresa Ariel.
Las autoridades aún no han indicado una solución de más largo plazo al respecto, porque aún se encuentran en la etapa de atención inicial, con ayudas humanitarias a las personas afectadas, quienes están en los albergues municipales del casco urbano o donde conocidos y familiares. Además, mantienen el monitoreo al comportamiento de la montaña para determinar posibles nuevos riesgos.
Esta emerhgencia, que también afectó a la vereda La Honda, dejó las 30 viviendas afectadas; 3 personas lesionadas que fueron atendidas de forma oportuna: 2 en el centro hospitalario local y una en Medellín; 60 personas evacuadas en la cabecera municipal y 25 en zonas altas de las veredas, según el reporte oficial de la Gobernación de Antioquia.
Lo que muchos se preguntan es cómo pudieron salvarse todos, con excepción de algunos animalitos que no pudieron sacar. Ariel relata que en un primer momento, en la madrugada de este sábado, se presentó un derrumbe en la zona de arriba de la vereda que tumbó dos casas. Incluso, vieron cómo una de las personas salió por una ventana y quedó con lesiones. A él y a otros dos afectados en ese primer hecho los llevaron a centros asistenciales y están estables.
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Después de eso, la gente se tranquilizó un poco, dice Ariel, porque no vieron signos de que podría empeorar. Y fue entonces cuando se empezó a regar la alarma que inicialmente lideraron los bomberos. “Todo el mundo que alerta, que venía una avalancha más arriba, todo el mundo subiendo la falda, todos salieron con lo que podían, pudieron salvar ocho pollitos apenas emplumando, unos cerditos, alguna ropita, pero nada más. Desde allá arriba vieron como todo arrasaba, quedaron muy desolados”, agrega Ariel.
El hombre cuenta también, tal como lo dijo el alcalde Óscar Ernesto Cuervo, que muchas de las personas que evacuaron se quedaron en lo alto esperando que las sacaran porque por tierra era imposible en su momento. Hacia el final de la tarde del sábado, casi todos habían podido salir, gracias a la labor de las autoridades y a la solidaridad de la comunidad.
“Por la noche, la vereda quedó vacía del todo, el Ejército no dejó entrar a nadie por peligro y también la gente pedía que cuidaran las casitas que quedaban por si luego podían salvar las cositas”, sostiene Ariel. Asimismo, cuenta que mucha gente apoyó con colchonetas, cobijas, un cafecito caliente, y que las autoridades llegaron con alimentos y otros elementos de ayuda humanitaria para los afectados.
El gobernador de Antioquia Andrés Julián Rendón viajó a Montebello el sábado para coordinar con el Dagran, el Consejo Municipal de Gestión del Riesgo de Desastres y los organismos de socorro, como Defensa Civil, cuerpo de Bomberos de la subregión, Ponalsar y la Cruz Roja, la atención para dar respuesta a las necesidades que tienen los afectados.
Como dice Ariel, ahora esperan que en los próximos días les den una respuesta sobre una posible reubicación a todos los afectados, muchos de ellos de su familia que, en medio de uniones y matrimonios a lo largo de los años, hoy se identifican como los Ramírez, los Correa o los Cuervo, unidos por un arraigo y el amor a ese terruño que perdieron de forma tan inesperada.
“Todos fueron poblando la vereda, primero eran cuatro o cinco casas, ahora hay mucho más de 30 casas. Muchos jornalean, trabajan en pineras, otros en aserraderos, otros tienen parcelitas cafeteras, lo mínimo para subsistir. Ahora está la tristeza por la vereda, pero, gracias a Dios, no perdimos a ninguno”, sentencia Ariel.
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