Así lo asegura el periódico ‘The New York Times’ en un informe sobre el trató indulgente por parte de la justicia que han recibido los paramilitares en Estados Unidos, en particular los jefes extraditados por el expresidente Álvaro Uribe en el 2008.

Henríquez Chacín es hija de Julio Henríquez, asesinado por Hernán Giraldo Serna, alias el ‘Taladro’ en el 2001, por haber querido organizar a los campesinos para sustituir los cultivos de coca por otros lícitos, como el cacao.

El informe plantea que está por verse si la aparición de esta representante de las víctimas, por la que lucharon años, será solo simbólica o tendrá efecto en la condena final, pero que marca un hito porque tradicionalmente se ha tratado al narcotráfico como un delito sin víctimas.

“Podría tener consecuencias para capos violentos como Joaquín Guzmán, el ‘Chapo’, cuya extradición ya ha sido aprobada por México”, dijo el periódico, citando fuentes que dicen que puede sentar un precedente.

Tampoco se sabe si Henríquez solo se referirá al caso del secuestro, desaparición o muerte de su padre, que –según la argumentación de la familia y sus abogados- es una víctima extranjera, cuyo “crimen fue consecuencia de la trama del narcotráfico en la que participaba (Giraldo) y de la que se declaró culpable”, dice ‘The New York Times’

En caso de que pueda hablar de sus demás crímenes, como cabeza de un grupo paramilitar, Henríquez solo podrá mencionar superficialmente sus 4.000 víctimas y 1.800 violaciones de los derechos humanos, en especial sus propios crímenes sexuales, de los cuales fueron víctimas niñas y adolescentes.

La hermana de Bela, Nadiezhda, quien era profesora en la zona de influencia de Giraldo, dijo al periódico que fue testigo de su lado siniestro cuando perdió a 3 alumnas cuando su madre las envió lejos para protegerlas de la voracidad del Patrón.

Como un señor feudal, Giraldo ejercía ‘una especie de derecho de pernada’ sobre las niñas de la región… Las personas buscaban acercarse a Hernán Giraldo y llevaban a sus hijas o le facilitaban que pudiera tener relaciones sexuales con ellas porque era la forma de salvaguardar su vida, porque mientras tengas vínculos con el jefe, te sientes protegido”, dijo un funcionario colombiano no identificado citado por el periódico.

Lo que menciona luego el periódico termina siendo fría y aterradora estadística: Giraldo confesó 35 actos de violencia sexual, algunos cometidos por sus hombres, incluida la violación de 11 menores de 14 años; reconoció 24 hijos, y hay indicios de que al menos 13 fueron “producto de accesos carnales violentos”; violó a menores incluso de 9 años.

Víctima Número 6: “Se tiene documentado que para el mes de octubre de 2004”, la chica visitó en varias ocasiones a una tía que trabajaba en al rancho de Giraldo. Pocos meses después “este le propuso que fuera su novia, propuesta que aceptó y el día 25 de diciembre mantuvieron sus primeras relaciones sexuales, cuando Yajanis apenas contaba con la edad de 13 años. Él, 56”, dice ‘The New York Times’, citando fiscales.

Incluso hay casos de abuso sexual de menores luego de que Giraldo se sometió a la Ley de Justicia y Paz, lo que permitiría que se pudriera en la cárcel en Colombia. Pero es muy probable que Giraldo no pague sus crímenes porque podría quedarse en Estados Unidos.

“A principios de este año, dos mujeres jóvenes se aproximaron con cautela a las autoridades de Santa Marta. Habían decidido revelar que habían sido víctimas de la violencia sexual de Giraldo incluso después de su rendición y promesa de no volver a cometer crímenes. Tenían menos de 14 años y las habían llevado con Giraldo como visitas conyugales primero en una zona de detención especial de paramilitares y luego en una cárcel”, dice el periódico.

Todo eso convirtió a Giraldo en el  “mayor depredador sexual del paramilitarismo”.

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