Escrito por:  Redacción Bogotá
Feb 23, 2024 - 11:15 am

No hay plan perfecto. A esta inevitable regla se enfrentan siempre los delincuentes, así pretendan calcular con minuciosidad milimétrica sus acciones criminales. Y la razón es que no pueden considerar con precisión las circunstancias ajenas a sus intenciones. Se trata de los imponderables, por los que, con mucha frecuencia, los antisociales reciben duros golpes de realidad.

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Eso quedó en evidencia en los últimos días en dos hechos que conmocionaron a Bogotá. El primero, el intento de robo en un restaurante en el barrio Santander, en donde dos ladrones quisieron robar a mano armada a tres comensales en un restaurante. Lo habían planeado bien: después de que uno entrara y ejecutara la fechoría, otro lo recogería en una motocicleta. Todo iba a salir perfecto, pensaron.

Pero no contaron con que una de las víctimas era un expolicía que estaba armado y por cuyo entrenamiento tuvo cómo enfrentarse al atacante, ponerlo en fuga y abatirlo inmediatamente, lo mismo que al cómplice que lo iba a rescatar en una moto del infierno en que se había convertido el restaurante esquinero. Los dos delincuentes murieron, y lo que se espera es que la justicia absuelva a la víctima por haber actuado en legítima defensa.

El segundo hecho fue el asesinato del empresario Roberto Franco Charry, atacado por sicarios en el garaje de su oficina, en la calle 93b # 11a-44, en la esquina nororiental del Parque de la 93, norte de Bogotá. El hecho de que el crimen lo ejecutara el pistolero de manera sincronizada con la apertura y el cierre de la puerta del garaje es uno de los indicadores de que la acción fue cuidadosamente planeada.

Después de asesinar al empresario Franco Charry, el sicario salió corriendo al encuentro de la moto Duke 200 que lo esperaba en la calle. Pero los dos delincuentes no contaban con que un miembro de un esquema de seguridad que estaba en el sector intentó impedir su huida y les disparó.

Por qué no les prendió la moto a sicarios de empresario en Parque de la 93

El escolta dio marcha atrás para resguardarse y se cayó. Pero su acción ya había dañado gravemente el plan de escape de los autores del asesinato. De acuerdo con el comandante de la Policía Metropolitana, general José Daniel Gualdrón, en declaraciones a Caracol Radio, la motocicleta “no enciende porque fue impactada [por un disparo], y el combustible se riega. No genera que el encendido tuviera bastante combustible”.

Los sicarios, entonces, “acuden a otra acción que está siendo materia de investigación”, agregó el oficial al referirse a que, después de que la moto Duke 200 no les enciende, el gatillero se baja de ella y se sube a una Pulsar NS 200 negra estaba en la escena del Parque de la 93. Después se estableció que el asesino obligó a ese motociclista a llevarlo al sur de la capital.

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En esa segunda motocicleta el sicario logra escapar, mientras que el conductor de la moto Duke 200 sigue intentando encenderla sin éxito. Después la deja caer y busca salir de la escena de crimen corriendo, pero, por ir rengueando, es capturado.

El capturado fue dado de alta este jueves y será presentado de una vez ante la Fiscalía con todas las pruebas que recabaron los investigadores de videos y entrevistas. Se trata, según dijo el general Gualdrón en la emisora, de un sujeto de Bogotá, entre 27 y 28 años. Agregó que la moto está “plaqueteada” y había sido hurtada el año pasado en Medellín.

Resaltó que, efectivamente, hay una evidencia de premeditación, hay una evidencia de análisis de la actividad criminal, y que eso hace parte de la investigación que está en curso, que no es solamente de recolección de videos y entrevistas de ese día, sino de días anteriores. Buscando la trazabilidad de 15 o 20 días atrás.