“Se siente bien. Mañana tendrá una jornada de trabajo completa”, afirmó Dmitry Peskov, citado por la agencia de noticias rusa Ria-Novosti.

Sin embargo, Peskov no especificó qué vacuna recibió Putin entre las tres desarrolladas en su país para enfrentar el COVID-19.

Más temprano en la jornada, el portavoz dejó en claro que esta vacunación tan esperada se llevaría a cabo lejos de los focos.

“No la mostraremos, tendrán que confiar en nuestra palabra”, señaló, y añadió que al presidente ruso no le gusta que lo vacunen “ante los objetivos de las cámaras”.

Dmitry Peskov también rechazó decir si Putin sería vacunado con Sputnik V, la vacuna insignia de Moscú, o una de las otras dos desarrolladas por el país.

Vladimir Putin había prometido el lunes que se vacunaría al día siguiente, un anuncio largamente esperado después de que ya hiciera una promesa en diciembre pasado en este sentido, cuando en su país comenzó la campaña de inoculación a la población contra el coronavirus.

Muchos dirigentes políticos de todo el mundo han sido vacunados contra el COVID-19, incluidos el presidente estadounidense, Joe Biden, el papa Francisco y la reina Isabel II.

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Algunos funcionarios lo hicieron frente a cámaras, como un mensaje de confianza en la ciencia dirigido a sus conciudadanos.

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A pesar del éxito anunciado de su vacuna Sputnik V, aprobada por 56 países, Rusia lucha por vacunar a su población, gran parte de la cual se mantiene desconfiada.

Hasta ahora, solamente 4 millones de rusos han recibido las dos dosis de la vacuna y otros 2 millones la primera. Esto significa solo el 4% de la población rusa, lejos de las tasas alcanzadas en Estados Unidos o el Reino Unido.

Según un sondeo publicado a comienzos de marzo por el centro independiente Levada, casi dos tercios de los rusos consideran que el covid-19 es un “arma biológica” fabricada por el hombre, y el 62% de los encuestados no están dispuestos a vacunarse.