Hillary Clinton lo tenía todo para ganar: el favor de su partido desde antes de comenzar las primarias, tres décadas de servicio público a sus espaldas y el impulso de un popular presidente. Pero nada de eso bastó a un país en plena revolución, que le negó la Casa Blanca cuando la daba por sentada.

Votantes de Obama abandonaron a Clinton

“La coalición de votantes del presidente Obama resultó ser única, y aunque acudieron a las urnas por él, no se sintieron similarmente atraídos por el mensaje y el programa de Clinton”, explicó hoy a Efe un experto en ciencias políticas en la Universidad de Michigan, Aaron Kall:

Obama es tan popular como Ronald Reagan en 1988, que sentó las bases para la victoria de George W. Bush. Pero aunque los simpatizantes de Obama le fueron leales, nunca llegaron a aceptar del todo a Clinton”.

El magnate “hizo un mucho mejor trabajo a la hora de movilizar a los votantes rurales que Clinton en cuanto a movilizar” a la base que impulsó a Obama, resumió Kall.

Terminó el ‘cuarto de hora’ demócrata

“Los partidos rara vez se mantienen en el poder después de ocho años en el cargo”, analiza The Guardian, (que destaca el caso de “George W. Bush, a raíz de (Ronald) Reagan”, como la excepción), y describe al electorado actual como “un péndulo que tiene la costumbre de ir y venir”.

En ese sentido, el diario británico destaca los avances de Barack Obama en materia de generación de empleo, y los contrasta con el estancamiento salarial. Por desgracia para Clinton, Trump aprovechó la animosidad de los votantes, “convenciéndolos de que esto último fue causado por malos tratos comerciales”, agrega el diario británico.

Clinton, más golpeada por los escándalos

Los escándalos previos a las elecciones empañaron la imagen de ambos candidatos, pero favorecieron en las urnas al republicano. En el caso de Trump, quedó manchada su imagen como hombre de familia, su trato hacia las mujeres evidentemente no le favorece, pero su faceta de líder quedó intacta.

Entre tanto, la imagen de Clinton como potencial administradora de la nación más poderosa del mundo sí sufrió graves daños. Ser investigada por el FBI dos días antes de las elecciones le costó la confianza de los indecisos.

Trump, un candidato más cercano al estadounidense promedio

Para muchos estadounidenses, los Clinton son la epítome del ‘establishment’, el aparato que maneja el país desde Washington y al que consideran desconectado de sus problemas reales, y la candidata demócrata tuvo que cargar con esa imagen de elitista y deshonesta, de ser alguien capaz de todo para hacer realidad su ambición.

Esa “insatisfacción” con el ‘statu quo’ en Washington acabó pesando más que “la incertidumbre e incluso el disgusto que generaba Trump como alternativa”, explicó a EFE el profesor de ciencias políticas en la Universidad de Buffalo (Nueva York), Jim Campbell.

Trump, en cambio, representa un acertijo para los expertos, incertidumbre, pero llegó al corazón del votante promedio, que espera cercanía de sus líderes y considera a Clinton mucho más distante. Es el caso de Ileana García, una cubana de 58 años, que explicó, entre lágrimas, su voto a la AFP:

“Me gusta todo de Trump. No estoy de acuerdo con algunas cositas, como su irrespeto a las mujeres. Pero es un hombre de pueblo. Habla como yo, y cuando tenemos que decir ‘fuck you’ [jódete], decimos ‘fuck you'”, aseguró, sin poder decir qué acciones debe tomar Trump para mejorar el rumbo del país.

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