Por: DIARIO DEL PEREIRA

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Este artículo fue curado por Gustavo Arbelaez   Abr 16, 2024 - 3:24 pm
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La travesía de migrantes a través de la selva del Darién, la frontera natural entre Panamá y Colombia, ha alcanzado cifras alarmantes, según informes del Servicio Nacional de Migración (SNM). Hasta la fecha, se estima que 118.000 personas han emprendido este peligroso viaje hacia Norteamérica, cruzando este  territorio selvático.

La selva del Darién, un extenso parque nacional panameño que abarca 575.000 hectáreas, sirve como un puente natural entre Suramérica y el istmo centroamericano, interrumpiendo la carretera Panamericana, la vía terrestre más extensa del mundo.

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La Oficina de Migración Panameña ha revelado que, dentro del flujo controlado de migrantes irregulares en tránsito, un total de 118.073 personas han llegado a la región desde enero de 2024 hasta la fecha actual. En los primeros 11 días de abril, 8.065 personas han ingresado a la provincia de Darién, con 485 registros solo el miércoles pasado.

Las estadísticas detallan que en enero de 2024, 36.001 personas atravesaron la jungla, seguidas por 37.166 en febrero y otras 36.841 en marzo. Estos números reflejan una tendencia constante de flujo migratorio a través de esta ruta peligrosa, en la que hay niños ayudando.

El Ministerio de Seguridad Pública de Panamá ha advertido que, hasta el lunes pasado, más de 114.000 migrantes habían cruzado la selva, con más del 20% de ellos siendo menores de edad. Además, se estima que el 60 % de los viajeros durante el primer trimestre de 2024 eran de nacionalidad venezolana.

Los peligros que enfrentan los migrantes en su travesía por el Darién son múltiples y mortales, desde riesgos naturales como crecidas repentinas de ríos y ataques de animales salvajes, hasta la amenaza de bandidos que roban, agreden y violan. La escasez de agua potable, a menudo contaminada por excrementos o cadáveres, agrava aún más las dificultades de estos viajeros.

La organización Human Rights Watch (HRW) ha denunciado la falta de protección y asistencia por parte de las autoridades de Colombia y Panamá hacia los migrantes, así como la ausencia de investigaciones sobre los abusos, incluidos los asaltos sexuales, sufridos por estos individuos en su travesía. Estas acusaciones han sido rechazadas por ambos gobiernos.

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