En noviembre de 2018, la sonda espacial InSight aterrizó en Marte para estudiar la corteza, el manto y el núcleo del planeta rojo. Desde entonces, esta misión de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (Nasa, por sus siglas en inglés) ha captado más de 1.318 terremotos. Las ondas sísmicas son clave para revelar el tamaño, la profundidad y la composición de las capas internas de Marte.

Luego de estar casi cinco años en el planeta, el 24 de diciembre del año pasado, InSight captó uno de los mayores terremotos detectados en Marte. Los responsables de la misión alertaron a las cámaras del Mars Reconnaissance Orbiter (MRO), otra sonda que orbita el planeta a 300 kilómetros de altura, y detectaron un enorme cráter.

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El impacto ocurrió en una región llamada Amazonis Planitia, a 3.000 kilómetros de la sonda InSight, y dejó un cráter de 21 metros de profundidad y 150 metros de diámetro, además de liberar grandes cantidades de energía. “Es un descubrimiento que tiene implicaciones para los futuros planes de enviar astronautas a Marte”, escribió la Nasa en el comunicado.

Sin embargo, el cráter fue visto por primera vez hasta el 11 de febrero de 2022 por un grupo de científicos. Al mismo tiempo, el Mars Reconnaissance Orbiter también obtuvo imágenes de otro cráter, a unos 7.500 kilómetros del InSight. Ambos eventos y sus efectos se detallan en dos artículos publicados en la revista Science.

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Las imágenes y los datos sísmicos que se documentaron pueden brindar información única sobre el plantea. De hecho, según la Nasa, se cree que el primer cráter es uno de los más grandes en cualquier lugar del sistema solar. Incluso la agencia espacial logró captar cómo se escuchó el impacto.

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La Nasa también explicó que es posible que estos dos impactos hayan desenterrado microbios o rocas que puedan dar pistas sobre la vida en este planeta. Sin embargo, no hay evidencia científica de esto porque las naves están a miles de kilómetros de distancia de ambos cráteres.

La mala noticia es que la energía del InSight ha disminuido drásticamente debido a la acumulación de polvo en sus paneles solares. Ahora se espera que la nave espacial se apague en las próximas seis semanas, poniendo fin a la ciencia de la misión, dijo la Nasa.