Varias veces, Tiffany Alberts, de 41 años, inyectó su propia materia fecal a su hijo mediante una bolsa intravenosa, en el Hospital de Riley, informó CNN en Español, con el fin de que él fuera remitido a una unidad en la que, según ella, “el tratamiento era mejor”.

Por sus actos, las autoridades le imputaron seis cargos de agresión y uno de negligencia sobre un dependiente.

Las heces introducidas en el cuerpo del menor pusieron en riesgo su “salud o vida”, explicó la Corte Superior de Marion, citada por el medio.

La víctima empezó su tratamiento en agosto de este año, indicó la Policía en un informe. En ese entonces evolucionó satisfactoriamente, pues fue dada de alta; sin embargo, días después se vio obligada a regresar al centro de salud, a causa de fiebre, vómitos y diarrea.

Luego de practicarle exámenes de sangre, los médicos descubrieron que unos organismos relacionados con excrementos le habían ocasionado una infección. De inmediato, pusieron cámaras de vigilancia en la habitación del paciente y se percataron de que Alberts le estaba inyectando una sustancia.

La mujer fue interrogada sobre lo sucedido por la Oficina de Abuso de Menores, y en un principio dijo que le inyectaba agua para “limpiar la medicina que le daban, porque lo quemaba”. Luego cambió su declaración, pues confesó que realmente lo que le suministraba eran heces.

Sobre los hechos, la doctora Veda Ackerman, profesora de pediatría asociada a la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana, señaló que el adolescente “pudo haber muerto por cualquiera de los episodios de shock sépticos que tuvo, así como de la leucemia que padece, debido al prolongado retraso en el tratamiento”.

 

 

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