Este 7 de abril, despegó la misión #23 de 2023 de SpaceX, en la que el cohete Falcon 9 de la compañía, llevó una carga, que contiene un nuevo instrumento para medir la polución en Estados Unidos desde el espacio. El instrumento se llama Tropospheric Emissions: Vigilancia de la Contaminación (TEMPO) y pesa algo menos que 140 kilogramos.

Eventualmente, se acoplará a un satélite en órbita geoestacionaria, a una altitud de más de 35.000 km. Mientras tanto, estará girando alrededor de la Tierra y tomando datos de la contaminación sobre Estados Unidos, cada hora y en cada barrio.

Colocarse en la órbita correcta le tomará alrededor de dos semanas, informó Jean-Luc Froeliger, vicepresidente de Intelsat. A partir de ese momento, podrá empezar a funcionar. 

(Lea también: Satélite revela imágenes de los impactos negativos de los misiles rusos en Ucrania)

La herramienta permitirá seguir la difusión de los contaminantes con mucha más precisión que hasta ahora, desde que se emiten y después, cuando son propagados por el viento.

El instrumento fue desarrollado por científicos de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés), la Nasa, el Observatorio Astrofísico Smithsonian (SAO) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).

El instrumento tiene muchas más aplicaciones: puede alertar sobre la mala calidad del aire, aportar a investigaciones sobre el impacto de los contaminantes atmosféricos sobre la salud o medir la contaminación generada por incendios.

(Vea también: Volcán nevado del Ruiz: persisten sismos y anomalías térmicas en cráter)

¿Cómo funciona el instrumento? Básicamente, analiza la luz reflejada desde la superficie de las nubes, utilizando un espectrómetro. Como cada gas existente absorbe la luz de forma distinta, “se puede ver lo que hay en la atmósfera a través de los colores o longitudes de onda de la luz que se absorbe”, explicó Nowlan en la rueda de prensa.

Así, la herramienta hará tres mediciones principales: dióxido de nitrógeno, producido principalmente por la combustión de los automóviles de gasolina o diésel, pero también de las centrales eléctricas de carbón o gas; el ozono, que es nocivo cuando está en el suelo, pero protege de los rayos del sol cuando está en la atmósfera; y el formaldehído, que puede ser utilizado para inferir la presencia de compuestos orgánicos volátiles, es decir los elementos “que hacen que ciertas cosas huelan, como pintura, gasolina o marcadores”, precisó Nowlan.

La herramienta operará durante al menos dos años, pero probablemente estará en el espacio por muchos más.