El análisis parte de la reivindicación por parte del grupo Estado Islámico, a través de su medio Amaq, del atentado perpetrado en Berlín en la noche del lunes pasado. Según el medio, un “soldado del Estado Islámico” estuvo detrás del ataque que dejó 12 personas muertas.

Pese a la bruma de confusión que quedó luego de la masacre, parece claro que con ella se cumplió uno de los objetivos del grupo yihadista, que es sembrar caos y terror en los países occidentales al tiempo que agudiza cada vez más la división entre musulmanes y demás miembros de la sociedad.

Expertos en terrorismo han relacionado la reivindicación con una declaración de guerra total contra un país que hasta ahora no había sentido con fuerza el impacto del terrorismo, que ha golpeado con mucho más ímpetu a sus vecinos francófonos, difunde el Washington Post.

A pesar de ser un país con notable prestigio por su tolerancia, Alemania se convirtió en un blanco fundamental para el grupo terrorista debido a la extensa población musulmana que habita su suelo y por los antecedentes de oposición a la política inmigratoria que ha habido en ese país.

Pero, ¿cuál sería el objetivo de la secesión de musulmanes y europeos? Según arguye el propio grupo, sería hacer que los seguidores del islam ‘flaqueen’ y terminen en el bando del yihadismo.

El hecho de que Alemania haya jugado un papel menor en los esfuerzos por combatir el EI, pero al tiempo sea el Estado más fuerte del continente, hace que sea un lugar ideal para crear división en la alianza occidental”, opina Paul Pillar, exoficial de contraterrorismo de la CIA.

Opinión similar tiene Lorenzo Vidino, de la George Washington University, que sugiere que la política de ‘puertas abiertas’ para los refugiados es negativa para los yihadistas en la medida en que los ciudadanos naturales del califato abandonan la zona, evidenciando el fracaso de los objetivos del grupo.

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