Villamaría revive la magia de las posadas: fe, villancicos y unión en las calles de Mirador de Las Lomas

En el barrio Mirador de Las Lomas, ubicado en Villamaría, se vivió una de las tradiciones más significativas de la temporada decembrina: las posadas navideñas. Según lo relatado en el artículo de La Patria, cerca de 20 personas se congregaron pasadas las 7:30 de la noche frente al atrio de la iglesia Nuestra Señora del Rosario y emprendieron un recorrido por el vecindario. A lo largo del trayecto, los participantes entonaron villancicos y leyeron fragmentos de la Biblia, evocando el ambiente de comunidad y espiritualidad propio de estas fechas.

El sacerdote Juan Felipe Hoyos, quien cumple funciones como vicario parroquial en la mencionada iglesia, ofreció una explicación sobre el trasfondo de esta conmemoración. De acuerdo con sus palabras, esta costumbre tiene raíces en México y en Villamaría se practica desde hace varios años como un medio para aproximarse al misterio de la encarnación y el nacimiento de Jesús. “José y María andaban huyendo del asesinato de los niños y, buscando salvar a su retoño, llegaron a Belén y comenzaron a pedir posada. Queremos rememorar ese momento, cuando todo estaba lleno y muchas veces, en este mundo, estamos tan ocupados y llenos de intereses que no dejamos espacio para que Dios entre en nuestra vida”, puntualizó Hoyos.

La comunidad local recibió con entusiasmo al grupo en la entrada del conjunto residencial, donde se dispuso una gruta para colocar el pesebre y se hizo una reflexión colectiva. A partir de ahí, la procesión continuó hacia la parte alta del barrio, representando la travesía de José y María en busca de refugio. Esta dramatización permitió que los habitantes del sector se sintieran partícipes del relato bíblico, convirtiendo el ejercicio en un acto de unión familiar y social.

Uno de los momentos destacados del recorrido fue la representación de San José y la Virgen María, encarnados por los niños Joaquín Cardona y Sara María Rincón. Sara mencionó que ha interpretado antes a María en actividades de catequesis y expresó admiración por el personaje. Durante la caminata, no faltaron las dificultades: al llegar a la primera vivienda, la casa 12 B 09, José y María no hallaron quien les abriera, repitiéndose la misma situación en la casa 12 B 02. Finalmente, encontraron hospitalidad en la gruta, donde se llevó a cabo el rezo de la novena y se compartieron alimentos típicos de la época, como natilla y buñuelos.

Personajes como Jorge Santa Cruz, líder comunal, aportaron al evento acompañando los villancicos con su guitarra, fortaleciendo el sentido de pertenencia. Las voces de los asistentes, como Ángela María Cano y Diana María Salazar, resaltaron la importancia de mantener viva la tradición, subrayando cómo estas actividades integran y refuerzan a la comunidad a través de la fe y la memoria colectiva.

La programación de las posadas incluyó recorridos por diferentes barrios y el centro, siempre a la misma hora, consolidando así una práctica que trasciende generaciones. Este rito reafirma el valor de la tradición católica, al mismo tiempo que nutre el tejido social en Villamaría durante el periodo navideño.

¿Cómo se origina la tradición de las posadas navideñas y por qué sigue siendo relevante hoy?

La pregunta acerca del origen y relevancia de las posadas navideñas es pertinente porque permite entender el significado profundo que tiene para las comunidades que aún la practican. En el caso presentado en el texto de La Patria, se destaca que la tradición proviene de México y que su adopción en Villamaría funciona como un puente entre el relato bíblico y las vivencias actuales de los participantes.

El sentido de las posadas radica en rememorar la búsqueda de albergue por parte de José y María antes del nacimiento de Jesús. En un contexto donde la vorágine cotidiana podría diluir el sentido espiritual de las celebraciones, estos eventos invitan a la reflexión comunitaria y promueven valores como la hospitalidad, la empatía y la cohesión social, traduciéndose en experiencias que fortalecen tanto la identidad religiosa como el sentido de pertenencia colectiva.