Navidad en Japón: cómo el pollo frito de KFC y el pastel de fresas redefinieron la tradición festiva

En Japón, la Navidad se ha transformado en una celebración con un carácter propio, distinta a la costumbre occidental de reunir a la familia en torno a un sentido religioso tradicional. Según la información publicada por 90 Minutos, la festividad en tierras japonesas ha tomado un rumbo más social, enfocándose en la amistad y las relaciones de pareja. Así, el 25 de diciembre, más allá de ser un día de connotaciones sagradas, se vive como una jornada romántica, en la cual las parejas se encuentran, intercambian obsequios y disfrutan de paseos nocturnos bajo luces decorativas que adornan las calles.

Uno de los aspectos más particulares de la celebración navideña japonesa es su cena característica: en vez del pavo, el plato principal es el pollo frito de KFC. Esta tradición comenzó en los años 70 gracias a una contundente campaña publicitaria de Kentucky Fried Chicken Japón, que supo conectar con el deseo de consumir un platillo especial y práctico en fechas decembrinas. Desde entonces, pedir pollo frito —especialmente presentado en ediciones festivas y cubetas decoradas— se ha ido consolidando como parte esencial de lo que se conoce como Christmas Chicken.

Tal ha sido el arraigo de esta costumbre, que muchas familias y parejas japonesas planean la cena reservando con varias semanas de antelación su cubeta de pollo. Las escenas de largas filas en los restaurantes KFC la víspera de Navidad son frecuentes, debido a la alta demanda de esta peculiar combinación de plato típico importado y apropiación cultural. El menú no se limita solo al pollo, sino que suele completarse con ensaladas, puré de papa y, como broche de oro, un pastel de fresas con crema batida, cuya ligereza y dulzor lo han posicionado como otro símbolo de la fecha.

Esta manera de celebrar, aparentemente alejada de las raíces tradicionales del cristianismo, evidencia el modo en que el Japón contemporáneo ha sabido integrar elementos foráneos a su propia cultura, sumando el atractivo de una campaña comercial inteligente al deseo de compartir y celebrar. Lo que para unos puede parecer una rareza, para muchos japoneses es ya una tradición emotiva, integrada al tejido social y que sintetiza el espíritu de la Navidad en un contexto moderno y urbano.

Según la fuente citada, el fenómeno se traduce en una oportunidad de reunión que no necesita de solemnidad religiosa para ser significativa. Así, la mesa japonesa se llena de pollo frito, ensaladas y pastel, en medio de un ambiente festivo que privilegia la compañía y el bienestar sobre la liturgia. En definitiva, la Navidad en Japón es un ejemplo claro de cómo las festividades pueden resignificarse para adaptarse a los nuevos tiempos, las necesidades y los deseos locales, sin perder por ello su esencia de celebración y encuentro.

Una pregunta recurrente sobre las costumbres navideñas en Japón es el motivo por el cual el pastel de fresas con crema batida se ha vuelto casi indispensable en la celebración. Esta selección de postre constituye una muestra más de adaptación cultural y de la influencia indirecta de Occidente, donde el pastel suele ser símbolo de reunión, celebración y dulzura. Su ligereza y presentación colorida, combinada con frutas frescas y crema, han hecho que se gane un lugar importante entre parejas, familias y amigos, sustituyendo otros postres más pesados o tradicionales de otras culturas.

La preferencia por este pastel responde también a una búsqueda de lo visualmente atractivo y fácil de compartir, características valoradas en la sociedad japonesa. La popularidad del pastel de fresas en Navidad se vincula asimismo al deseo de tener algo especial y distintivo en la mesa durante una fecha que, aunque no surge de la tradición local, los japoneses han sabido reinventar con creatividad y alegría, logrando así establecer esta combinación de sabores y símbolos como parte inherente de su celebración contemporánea.