El adiós a “La Mariela”: la casa de bahareque que Armenia perdió y nunca olvidará

La desaparición de “La Mariela”, emblemática vivienda de bahareque en Armenia, marcó un hito doloroso en la historia reciente del patrimonio arquitectónico del Quindío. Según Crónica del Quindío, hace dos décadas esta construcción centenaria, ubicada en el sector de Regivit, era reconocida por locales y viajeros como la más fotogénica y altiva del norte de la ciudad. Su imponente presencia a orillas de una de las principales vías de acceso, por donde circulaban quienes se dirigían hacia Pereira y el norte del departamento, la convertía en una referencia histórica y visual para todo aquel que pasara por allí. La repentina demolición en 2005, tras un prolongado debate entre defensores del patrimonio y los propietarios, representó la culminación de una tendencia que venía afectando otras casas antiguas de la región.

Hasta ese año, junto a La Mariela permanecían en pie otros inmuebles de gran valor, como la casaquinta de los Uribe, la casa del Cedazo y “Puerto Rico”, esta última una pequeña tienda con techo de barro junto al hospital San Juan de Dios. Todas ellas, con historias ancladas en las primeras décadas del siglo XX, recordaban la vida rural y comercial de la zona y el tránsito de caminantes entre pueblos cafeteros, según el testimonio recogido por Crónica del Quindío. También se menciona la casa de los Aristizábal, en el Parque de los Aborígenes, famosa por su entrada para caballos, y otros referentes del pasado local que poco a poco fueron desapareciendo.

El contexto de destrucción patrimonial se amplificó tras el terremoto de 1999, que dejó en mal estado muchas de estas viviendas tradicionales. Organismos como el entonces Centro Filial del Consejo de Monumentos del Quindío intentaron detener la ola de demoliciones, con limitados resultados. De hecho, el caso de La Mariela llegó incluso a implicar una acción legal que temporalmente revocó la orden de tumbarla, como consta en el comunicado de la Sociedad Colombiana de Arquitectos regional Quindío, quienes resaltaron su importancia histórica y arquitectónica.

Mientras en 2005 se esperaba respuesta de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) sobre la inclusión del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano en la Lista de Patrimonio Mundial, ya en Filandia y Calarcá otras joyas del bahareque habían corrido igual destino. En estos municipios, el abandono y la falta de mantenimiento aceleraron el deterioro de edificaciones tan emblemáticas como el antiguo colegio de la Santísima Trinidad y la tradicional casa esquinera de la plaza principal. La desidia oficial y la negativa de los propietarios a conservar el patrimonio fueron factores determinantes para su destrucción.

La Mariela, recordada no solo por su belleza arquitectónica sino por el papel que jugó en la vida cafetera, era el corazón de una finca en la cual el toque de un cacho de res marcaba los tiempos de descanso laboral. Su presencia quedó plasmada en obras como el tomo III de “Arquitectura de la colonización antioqueña” de Néstor Tobón Botero y publicaciones de la Academia de Historia del Quindío. En diciembre de 2005, la demolición final provocó el lamento colectivo de la ciudad, intensificado al ver la madera apilada y quemada bajo la lluvia, símbolo del olvido y el desprecio por la historia tangible de la región. La “casa del sonido”, como también se le nombró, desapareció para dar paso al desarrollo vertical de Armenia, perdiéndose con ello una de las divisas más queridas del paisaje quindiano.

¿Qué es el bahareque y por qué es importante para el patrimonio arquitectónico del Quindío?

El término bahareque se refiere a una técnica tradicional de construcción que utiliza madera y barro embutido para edificar viviendas, propias de la colonización antioqueña. En el contexto del Quindío, estas edificaciones representan no solo un legado material, sino también cultural, al estar ligadas al origen rural de la región y las dinámicas del Paisaje Cultural Cafetero.

La relevancia del bahareque ha sido reconocida por diferentes organismos y autores citados en el texto, como la Sociedad Colombiana de Arquitectos y la Academia de Historia del Quindío. La conservación de estas casas es fundamental para mantener viva la memoria histórica y la identidad arquitectónica de los municipios cafeteros, enfrentándose constantemente al desafío de la modernización y la falta de conciencia patrimonial.