Búho de anteojos, verlo es un espectáculo inolvidable; visítelo en el Jardín Botánico

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Por fortuna, no figura en los listados de biota amenazada de Colombia y se puede visitar en el Quindío.

Esta gran ave de rapiña es, sin duda, una de las más conspicuas del Neotrópico, el territorio formidable del sur de México al norte de Argentina que alberga la más alta diversidad biológica del planeta; además, figura en la categoría Preocupación menor (LC) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Se le llama búho de anteojos por el diseño curioso de las plumas alrededor de los ojos. La Sociedad Española de Ornitología recomienda que se le llame “lechuzón”, que ni es palabra aceptada por la Real Academia de la Lengua y tampoco es lechuza, sino búho.

Pertenece a la familia Strigidae, exclusiva de Centro y Suramérica, descrita y publicada en 1825 por el zoólogo y político Nicolás Aylward Vigors, oriundo de Irlanda, elegido en varias ocasiones en el Parlamento del Reino Unido, miembro de cinco sociedades científicas de primer orden y autor de 40 trabajos principalmente sobre aves.

La familia está integrada por cerca de 200 especies, todas ellas rapaces y nocturnas, con una sorprendente movilidad en el cuello para girar su cabeza 270 grados. Se alimentan de insectos y pequeños vertebrados.

Pertenece a esta familia el género Pulsatrix, palabra que proviene del latín pulsator, que pulsa, que golpea. Fue publicado en 1848 por el científico alemán Johann Jakob Kaup, quien tuvo la curiosidad de comprar en 1854 un mastodonte que habían encontrado a principios de ese siglo cerca de New York, y hoy se exhibe en Darmstadt, su pueblo natal, en el estado federado de Hesse, Alemania.

El Búho de anteojos había sido inicialmente incluido por el escritor, médico y naturalista británico John Latham, en 1790, en el género Strix, propuesto por Carlos Linneo en 1758. La etimología de este último género y de la familia indica que proviene del griego strinx, que significa lechuza, aunque, como ya se dijo, sus especies no son propiamente tales.

El nombre científico completo es Pulsatrix perspicillata. El epíteto específico fue construido del latín perspicill, que significa anteojos o gafas. El ave es habitante de los bosques y zonas arboladas. En el Jardín Botánico del Quindío es visible a menudo. Permanece habitualmente durante el día en posición inmóvil sobre una rama para iniciar su actividad en la noche. 

Han identificado seis subespecies suramericanas, según el Congreso Ornitológico Internacional, versión 2014. La colombiana es Pulsatrix perspicillata chapmani, cuya distribución empieza en la región Caribe de Costa Rica y va hasta el nororiente del Perú.

La descripción y publicación fue obra, en 1932, del ornitólogo norteamericano Ludlow Griscom, profesor de la Universidad de Harvard, a quien se le atribuye el mérito del protocolo de identificación de aves en campo, sin necesidad de recolección de los ejemplares. El epíteto subespecífico fue dedicado al ornitólogo estadounidense Frank Michler Chapman.

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