Nosotros y nuestras trampas

Desde colarse a TransMilenio hasta defraudar al erario en contratos de gran cuantía, la corrupción está presente en la cotidianidad.

Los grandes escándalos siempre llaman la atención y enfurecen, el periodismo visceral, ese que pregunta y a la vez regaña anima la discusión, nos gustan los periodistas que tratan mal a los malos, nos gustan los perros bravos.

Pues para animar la discusión y poner los perros a ladrar en la calle, veamos un poco de esa corrupción lateral y subversiva que no se critica y que no miramos, porque “no es tan grave”

Sin factura

En Colombia es normal que el vendedor, pregunte ¿Necesita la factura?

Cuando usted no pide la factura o cuando acepta que no se la den pueden pasar dos cosas, o que en su cuenta no incluyen el IVA y entonces usted está evadiendo impuestos, o se lo están cobrando y el vendedor no lo está registrando, de forma que él está evadiendo impuestos. Para el país es igual.

Seguridad social

No pagamos seguridad social, nadie quiere, si fuera posible todos los nietos serían beneficiarios de la abuela. Cuando tenemos que presentar una cuenta de cobro y el pago de parafiscales es necesario, pedimos un RUT “prestado”, dividimos la cuenta de cobro entre toda la familia. Familia que cobra unida…

Contratación de empleados

El concepto “Prestación de servicios” se ha convertido en un estatus laboral. Los abogados de las empresas se han empeñado en inventar donde no se puede, en hacer contratos en los que se renuncia a todo, a tratar como prestadores de servicios a los que son empleados y así no pagar vacaciones, seguridad social, cesantías ni indemnizaciones, en no pagar nada.

Nos colamos donde podemos

Desde Transmilenio hasta espectáculos y cuando no podemos, pues compramos revendido, sabiendo que las entradas son fruto de un arreglo entre porteros o funcionarios, que el empresario no va a ver nada de ese dinero como ingreso, que nunca va a pagar impuestos.

Si existiera una encuesta que midiera la indignación, como esa que supuestamente mide la felicidad, o lo bonito de los himnos, seguramente seríamos el segundo país más indignado del mundo.

Entre más me indigne el escándalo de “Reficar” o de “Odebrecht” mejor persona soy, sin importarme que no pagó seguridad social, que los empleados de mi negocio o casa no tienen contrato laboral o que me coló en cuanto puedo.

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