Falsos funcionarios: así operan las redes que roban bienes públicos en Bogotá y cómo evitar ser víctima
El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
Visitar sitioSuplantar autoridades para robar bienes públicos crece en Bogotá: cómo operan las redes criminales y qué riesgos debes conocer.
Un reciente caso ocurrido en Ciudad Bolívar, Bogotá, evidenció un método cada vez más común entre las redes criminales: hacerse pasar por funcionarios oficiales para hurtar bienes públicos. Tres personas, incluyendo una mujer, fueron capturadas por la Policía Metropolitana de Bogotá luego de que intentaran sustraer seis separadores viales, cada uno valorado en aproximadamente tres millones de pesos colombianos, utilizando uniformes y placas falsas para simular ser contratistas del Distrito. La denuncia del supervisor de la obra permitió a las autoridades verificar rápidamente la autenticidad de los documentos presentados y descubrir la alteración en las placas del vehículo implicado, lo que facilitó la detención de los sospechosos. Uno de ellos tenía antecedentes por hurto y receptación, confirmando la existencia de circuitos ilegales para reciclar y vender objetos robados en el mercado informal de la capital colombiana, según reportó la propia Policía Metropolitana.
Esta modalidad de camuflaje no es nueva en Bogotá. Otro episodio documentado en la localidad de Usaquén involucró a cuatro individuos que, vestidos como policías, lograron extorsionar a ciudadanos a través de la intimidación y la presentación de órdenes judiciales falsas. En uno de los casos, una víctima fue obligada a realizar una transferencia bancaria de 1.700.000 pesos. Tales incidentes, detallados en informes de seguridad, revelan cómo quienes cometen delitos aprovechan el respeto y la confianza social depositados en figuras de autoridad para ejecutar sus planes con mayor facilidad y menores riesgos de ser descubiertos.
Esta situación ha sido abordada por el Observatorio de Seguridad Ciudadana de Bogotá, que reportó un incremento del 15% en este tipo de delitos durante los últimos dos años. Factores como la dificultad para verificar identidades oficiales en tiempo real y la persistencia de economías informales contribuyen al ambiente propicio para este tipo de ilícitos. El Observatorio también ha destacado la falta de herramientas digitales que permitan a la ciudadanía y a las instituciones comprobar la legitimidad de contratistas y funcionarios en terreno.
Frente a este panorama, tanto autoridades distritales como la Policía han intensificado campañas de sensibilización para enseñar a la ciudadanía a reconocer posibles fraudes institucionales. Paralelamente, se están implementando sistemas de verificación biométrica y credenciales digitales en los procesos de contratación pública, siguiendo los lineamientos de la Secretaría de Seguridad. Iniciativas tecnológicas como la plataforma NINA del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) desempeñan un papel relevante al conectar bases de datos gubernamentales y privadas, permitiendo detectar irregularidades en las relaciones entre personas, empresas y el Estado.
El periodismo de investigación se convierte, en este contexto, en una herramienta clave al revelar las formas en las que operan estas redes criminales y contribuir con información verificada y contextualizada al control ciudadano y a la exigencia de reformas efectivas. De acuerdo con análisis publicados por LatAm Journalism Review, el acompañamiento de fuentes oficiales y el uso de herramientas digitales han resultado determinantes para identificar patrones de suplantación y redes de fraude en el sector público. Así, la conexión entre tecnología, educación ciudadana y periodismo fortalece la respuesta social e institucional frente a estas prácticas delictivas.
En conclusión, el robo de bienes públicos mediante la suplantación de identidad institucional representa no solo una pérdida económica para la ciudad de Bogotá, sino también una amenaza directa a la confianza ciudadana en las autoridades. El reto está en profundizar los controles internos, potenciar el acceso a tecnología verificada y garantizar una ciudadanía informada, para lograr reducir la incidencia de estos delitos y restituir la credibilidad de las instituciones.
¿Qué acciones puede tomar un ciudadano para evitar ser víctima de quienes suplantan autoridades? Un tema recurrente en estos casos es la dificultad que enfrenta la ciudadanía para identificar la legitimidad de quienes se presentan como funcionarios públicos. La recomendación de las autoridades es desconfiar ante cualquier comportamiento fuera de lo común, solicitar la documentación oficial, verificar credenciales mediante los canales institucionales y reportar de inmediato situaciones sospechosas a la Policía o a las líneas de atención del Distrito. Estas acciones resultan fundamentales para prevenir ser engañado y contribuir a detectar puntualmente delitos que afectan tanto a personas como a recursos públicos. Los organismos de seguridad y el Distrito han puesto en marcha campañas para empoderar a los ciudadanos con información sencilla sobre señales de alerta, así como la utilización de las plataformas digitales que permiten cruzar datos de contratistas y vehículos oficiales. Con la colaboración ciudadana y el reporte oportuno, se refuerza la capacidad de las autoridades para actuar y desarticular las redes que instrumentalizan la identidad institucional para delinquir.
¿Qué es la receptación y por qué es relevante en estos delitos? El delito de receptación implica adquirir, almacenar o comercializar bienes de procedencia ilícita, como ocurre con los objetos públicos hurtados. En los casos reportados, uno de los capturados tenía antecedentes por este delito, lo cual evidencia la existencia de redes en las que los artículos robados ingresan al mercado ilegal, dificultando su recuperación y retroalimentando el ciclo delictivo. Comprender la receptación ayuda a identificar no solo a los autores directos de los robos, sino a quienes posibilitan la permanencia de una economía paralela basada en la sustracción y el reciclaje de bienes públicos. Es por ello que el control sobre los canales de venta y compra informal representa una medida preventiva crucial para cortar con el flujo de recursos hacia las organizaciones criminales.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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