Experta explica qué significa el “pronóstico reservado” de Miguel Uribe; hay importante norma

Luego del atentado del pasado sábado 7 de junio en el barrio Modelia, en el occidente de Bogotá, el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay continúa hospitalizado en la Fundación Santa Fe.

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Desde entonces, ha sido intervenido quirúrgicamente en tres ocasiones, producto de las heridas que sufrió en la parte superior del cuerpo y en el muslo izquierdo.

La clínica ha emitido varios reportes médicos en los que se mantiene el uso de expresiones como “pronóstico reservado” y “por solicitud de la familia”, lo que ha limitado el acceso a detalles sobre su evolución.

Esto ha provocado inquietudes entre la opinión pública y algunos medios, como Caracol Radio, que consultaron a expertos en bioética y bioderecho para entender el porqué de estas restricciones.

El medio en cuestión destacó el término de confidencialidad médica en el país, la cual está protegida por leyes específicas como la Ley 23 de 1981 y la Resolución 1995 de 1999. Estas normas establecen que toda información relacionada con la salud de un paciente es confidencial, salvo autorización expresa del propio paciente o, en su defecto, de su familia directa.

Además, la Resolución 229 de 2020 refuerza este marco legal al fijar derechos fundamentales como el acceso a la información médica, la autonomía del paciente y la atención integral dentro del sistema de salud. Bajo estos lineamientos, la Fundación Santa Fe ha actuado conforme a la normativa, respetando la voluntad de la familia Uribe.

Por ahora, se espera un nuevo parte médico en los próximos días, mientras las autoridades continúan con la investigación para esclarecer lo ocurrido y establecer responsabilidades por el ataque.

Cuál es la importancia del pronóstico reservado en pacientes

En diálogo con la emisora en cuestión, Diana Rocío Bernal, directora de la Maestría en Bioderecho y Bioética de la Universidad del Rosario, explicó que “pronóstico reservado” no es una categoría clínica oficial.

Se trata, más bien, de una fórmula que utilizan los profesionales de la salud cuando no pueden predecir con certeza cómo evolucionará un paciente, especialmente en contextos críticos o de alta complejidad.

Según la experta, cuando los signos vitales o síntomas son poco concluyentes y existe el riesgo de complicaciones inesperadas, el equipo médico opta por no anticipar un desenlace.

“Significa, sobre todo, que es imposible determinar desde el punto de vista médico qué es lo que va a pasar exactamente con un paciente”, explicó.