Único pueblo de Colombia que no celebra la Navidad el 24 de diciembre: tienen otra fecha

En Quinamayó, la Navidad se vive en febrero y celebra el orgullo afrodescendiente y la libertad.

Cuando gran parte de Colombia culmina las tradicionales celebraciones navideñas en diciembre, en el corregimiento de Quinamayó ocurre algo profundamente singular y simbólico. Ubicado en el Valle del Cauca y habitado mayoritariamente por una comunidad afrodescendiente, este pueblo colombiano vive la Navidad en febrero, una fecha que encierra un profundo acto de memoria, resistencia y orgullo cultural. En Quinamayó, la Navidad es mucho más que una conmemoración religiosa: es una reivindicación del Niño Dios negro y, por extensión, de sus propias raíces y de la lucha colectiva de sus antepasados.

El origen de esta costumbre se remonta a la época colonial, marcada por la esclavitud. Durante aquel periodo, los habitantes afrodescendientes de Quinamayó trabajaban forzosamente en las haciendas de caña de azúcar y no podían celebrar la Navidad en la fecha tradicional del 25 de diciembre. Según El Diario y testimonios recogidos por la agencia EFE en 2023, solo después de unas largas jornadas y tras casi cuarenta días, cuando los amos blancos les permitían un breve descanso, podían reunirse y festejar el nacimiento de Jesús.

Desde entonces y generación tras generación, esa celebración tardía se transformó en una tradición distintiva del corregimiento. Hoy por hoy, ese ritual es símbolo de libertad para la comunidad, un acto que refuerza no solo la memoria histórica, sino la identidad y el orgullo de ser afrodescendiente.

Cada febrero, Quinamayó se llena de alegría, música, cantos y danzas tradicionales; la procesión es uno de los momentos más significativos, donde el Niño Jesús es representado como un niño negro. Esta figura no solo rompe con las imágenes habituales impuestas durante siglos, sino que reivindica el linaje africano del pueblo, reforzando la idea de pertenencia y dignidad.

Para los habitantes, el Niño Dios negro es mucho más que un símbolo religioso: es, como ellos mismos dicen, una afirmación de su lugar en la historia. Así lo expresa Mónica Carabalí Lasso, una de las seis cantaoras a cargo de los cantos tradicionales durante la festividad. En una conversación con la agencia EFE, Carabalí Lasso explicó el profundo significado de este evento: “Esto es mi vida. Cuando suena la música me corre una corriente por todo el cuerpo. Es recordar mis ancestros, es recordar a mis abuelos, a nuestros esclavos. Celebrar que hoy somos libres, que somos felices”.

Así, la Navidad en Quinamayó ha dejado de ser solo una fiesta religiosa. Se ha convertido en un acto de memoria colectiva, donde la oralidad, la música y el baile permiten que la historia y la resistencia de los antepasados sigan vivas y presentes. De este modo, el corregimiento no solo honra el nacimiento de Jesús, sino también la libertad alcanzada y la permanencia de una cultura que se resiste a ser olvidada.

¿Por qué el Niño Jesús es representado como un niño negro en Quinamayó?

La representación del Niño Jesús como un niño negro responde a la necesidad de visibilizar y reivindicar las raíces africanas de la comunidad de Quinamayó. Durante siglos, las imágenes religiosas impuestas mostraban figuras europeas, alejadas de la realidad de la población afrodescendiente local.

En este contexto, la imagen del Niño Dios negro se convierte en una declaración de inclusión y pertenencia: es la manera en que los habitantes de Quinamayó reconocen a sus antepasados como parte de la historia y la fe cristiana, manifestando que su identidad y cultura también tienen un lugar protagónico en sus celebraciones y en el relato nacional colombiano.

* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.