Petro sacude la cúpula militar: polémica renovación en medio de crisis de seguridad en Colombia

El presidente Gustavo Petro anunció el pasado sábado una nueva reestructuración en la cúpula militar de Colombia, una medida que ha sido recibida con escepticismo y críticas entre actores políticos y parte de la opinión pública. El anuncio, realizado a través de la red social X (antes Twitter), incluye el nombramiento de ocho altos oficiales en posiciones clave, entre los que destacan el general Hugo Alejandro López como comandante de las Fuerzas Militares y el mayor general Royer Gómez Herrera al frente del Ejército Nacional. Esta decisión llega en un contexto marcado por crecientes desafíos de seguridad en varias regiones del país, en particular en departamentos como Cauca y Valle del Cauca, que recientemente han sufrido una serie de ataques y enfrentamientos violentos.

El presidente justificó la decisión subrayando la importancia de fortalecer la seguridad nacional y preservar la democracia, especialmente de cara a las elecciones del año 2026. Sin embargo, la reacción al cambio no se hizo esperar. Desde sectores críticos se señala que la sustitución de la cúpula es insuficiente frente a la gravedad de la situación actual. Según reportó el diario El Colombiano, voces como la del congresista Andrés Forero expresan que el momento elegido para estos cambios resulta preocupante, dado que coincide con una escalada de acciones hostiles por parte de grupos armados ilegales. Forero lamentó lo que considera una “descabezada” de las Fuerzas Militares en un escenario de crisis, y cuestionó que la medida no implica una solución de fondo a las circunstancias de inseguridad que padece el país.

El escepticismo es compartido por sectores que afirman que el relevo de comandantes constituye apenas "un paño de agua tibia" ante hechos como los recientes atentados en Cali —uno de los cuales dejó dos policías muertos el pasado 16 de diciembre— y el resurgimiento de la violencia en regiones como Catatumbo, donde continúan los enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). De acuerdo con la emisora La FM, el cambio responde a la identificación de serias deficiencias en la capacidad de reacción, operaciones de inteligencia y control territorial por parte de las actuales Fuerzas Militares, especialmente después de incidentes tan graves como el prolongado ataque de disidencias de las Farc al municipio de Buenos Aires, Cauca, que se extendió por nueve horas la semana pasada.

Este es el tercer remezón en la cúpula militar durante el gobierno Petro. Las expectativas, tanto de la ciudadanía como de los analistas, se centran ahora en la posibilidad de que la nueva organización logre recuperar el control en zonas afectadas por la violencia y garantizar procesos electorales pacíficos y seguros en 2026. No obstante, sigue existiendo incertidumbre respecto a si estos movimientos serán suficientes para transformar la situación de seguridad nacional a corto y mediano plazo.

¿Qué importancia tiene la “capacidad de reacción” de las Fuerzas Militares al enfrentar ataques en distintas regiones del país?

La referencia a la “capacidad de reacción” de las Fuerzas Militares alude a la habilidad de estas instituciones para responder de manera oportuna y efectiva a situaciones de emergencia, como ataques de grupos armados ilegales. Según informes difundidos por La FM en el contexto de estos recientes cambios, las deficiencias evidenciadas en este aspecto precipitaron la decisión del gobierno de renovar parte de la dirigencia militar. Este tema resulta crucial porque, en zonas con alta conflictividad como Cauca, Valle del Cauca y Catatumbo, la rapidez y eficacia con que se despliegan las Fuerzas Armadas puede marcar la diferencia para salvaguardar a la población, proteger activos estratégicos y controlar el avance de la violencia.

Entender la importancia de la capacidad de reacción en la actual coyuntura ayuda a dimensionar los retos que enfrenta la nueva cúpula militar. No solo se trata de liderazgo en los altos mandos, sino de la implementación de estrategias que permitan restaurar la confianza ciudadana y ejercer control territorial frente a actores armados que continúan poniendo en jaque la seguridad y el orden público en distintas regiones del país.