Mujer vive pesadilla: sus hijas de 11 y 12 años habrían sido abusadas por su papá y la culparon a ella
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Visitar sitioStephanie Martínez denunció al padre de sus hijas por abuso y terminó siendo señalada por su propia familia. Hoy teme por su vida y clama por justicia.
Stephanie Martínez asegura que lleva cuatro años atrapada en una pesadilla. Todo comenzó cuando denunció al padre biológico de sus hijas —de 11 y 12 años— por presunto abuso, violencia intrafamiliar e inasistencia alimentaria. Pero esa decisión, tomada en nombre de la protección, se convirtió en el inicio de una guerra inesperada: su propia familia se volvió en su contra.
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“Mi mamá llevó a una de mis hijas al médico sin avisarme. Al activarse un código de urgencia en la EPS, me llamaron. Cuando denuncié al papá, mi mamá empezó a decir que la victimaria podía ser yo. Me acusó de ser un peligro para mis hijas”, relató Stephanie, con la voz rota.
En medio de dificultades económicas, confió la custodia temporal de las niñas a sus padres. Lo que pensó sería un acto de protección se transformó en un arma contra ella. “Mis hijas dejaron de estudiar, empezaron a subir cosas horribles sobre mí en redes. Me di cuenta de que estaban siendo manipuladas”, contó.
Cuando decidió recuperar la custodia, enfrentó una tormenta aún mayor: su madre la acusó de ejercer prostitución y su tío, Henry Charry Molano, un exmilitar, emprendió una ofensiva judicial en su contra. “Hicieron circular mi rostro en el barrio diciendo que era una viuda peligrosa. Pidieron mi captura con una boleta amarilla de Interpol y afirmaron que mis hijas estaban desaparecidas”.
El acoso, dice, ha dejado cicatrices profundas, sobre todo en sus hijas. La mayor incluso llegó a considerar quitarse la vida. “Han pasado por psicólogos, psiquiatras… pero no tienen una infancia normal. Tienen miedo de que me maten”, lamentó.
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Hoy, Stephanie ha recuperado la custodia de sus hijas, pero vive con el temor constante de que algo le ocurra.
“Rompo el silencio porque temo por mi vida y la de mis niñas. Lo que estoy viviendo se llama violencia vicaria. Si algún día me callan, que quede constancia de que hice todo lo posible”.
Su historia es una alerta sobre el uso perverso de la justicia para revictimizar a las mujeres que alzan la voz.
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