Mamá de víctima de feminicidio contó arrepentimiento que tiene por detalle que omitió

“Mi hija vino a Bogotá, con una puñalada que ese tipo le había pegado. Le rogué que no volviera con él, pero lastimosamente ella se enamoró perdidamente de su asesino”.

Esto le dijo a La Patria, medio aliado de Pulzo, Marleny Tovar, madre de Yuliana Andrea Carmona Tovar, de 26 años, la víctima de un feminicidio el pasado sábado 7 de diciembre, a las 10:30 de la noche en la vereda Cuchilla del Salado, de Manizales.

El principal sospechoso es su pareja, Ánderson, quien en la tarde de este jueves 12 de diciembre se entregó a las autoridades. Este viernes se desarrolla la audiencia de control de garantías.

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Marleny, quien vive en Bogotá, pero es natural de Pensilvania (Caldas), al igual que su hija, reconoció que la relación con Yuliana Andrea no era la mejor.

Sin embargo, cuando se dio el primer ataque, le pidió que no regresara a Caldas. Pese a eso, ella le dijo que estaba enamorada y que se iría a dónde estaba él.

El sábado, día del trágico hecho, ambas mujeres discutieron. “Me llamó por celular, luego en videollamada, posteriormente de nuevo por teléfono y no le contesté. Hoy me arrepiento, me siento culpable, pude haberle dicho que se marchara de esa finca”, expresó con tristeza la señora, quien habita en Bogotá con el hijo de Yuliana Andrea, de 11 años.

“Si el niño estuviese allá en la Cuchilla del Salado, quizá le habría hecho algo también a él”, anotó.

La fallecida se fue a vivir con Ánderson, de 28 años, quien es de Filadelfia (Caldas), hace dos años. Empezaron como andariegos, llegando a fincas a recolectar café. Eso hacían en la Cuchilla del Salado, desde hace dos meses.

“Lo que sé es que el sábado tomaban con los agregados y el hombre esperó que estos últimos se encerraran para apuñalar a mi hija. Ella tocó para pedir ayuda y Ánderson ya se había volado. Al parecer, intentó regresar a hacerles lo mismo a sus patrones. Como que andaba siempre con un arma blanca”, dijo la madre de la víctima.

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A Yuliana Andrea le gustaba ir a bailar, y en sus últimos días se dedicaba a coger café y no pensaba en estudiar todavía. Sus exequias se hicieron en Filadelfia.