Madres del Catatumbo: dolor, desplazamiento y una súplica al gobierno en medio de la creciente violencia

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Catatumbo sufre desplazamientos masivos y violencia inédita tras el recrudecimiento del conflicto armado.

El conflicto armado en la zona del Catatumbo, ubicada al noreste de Colombia, alcanza niveles alarmantes de violencia e inseguridad, especialmente desde el año nuevo de 2025. Según un informe de Noticias Caracol, más de 90.000 personas han huido de sus hogares en esa región como consecuencia de los enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Esta situación ha provocado desplazamientos masivos y la llegada desesperada de familias a municipios aledaños como Cúcuta y Tibú.

Datos proporcionados por la Gobernación de Norte de Santander, recogidos también por Noticias Caracol, confirman que solo desde la Navidad pasada han arribado a Cúcuta 250 personas desplazadas, mientras que otras 256 se han refugiado en Tibú buscando salvar sus vidas y las de sus familias. La crisis actual tiene sus raíces en la intensificación de los combates, la cual, según testimonios recopilados por Noticias Caracol, no ha cesado desde el 16 de enero de 2025. Carmen Elena García, presidenta de la Asociación de Madres Catatumbo, relató la permanente angustia que viven los habitantes, debido a que los choques armados se han recrudecido y los desplazamientos se producen de manera ininterrumpida.

El primero de diciembre marcó un agravamiento de la situación: desplazamientos hacia El Tarra, personas refugiadas en resguardos indígenas y confinamientos en zonas rurales como Pacelli. Todo esto, señala García, responde a una dinámica compleja donde ya no solo hay dos actores armados sino tres, al sumarse el Ejército nacional. Esta multiplicidad de grupos en contienda ha complicado aún más la situación de seguridad en la región, incrementando los niveles de violencia y desamparo para la población civil.

La violencia impacta de manera directa a las comunidades en Catatumbo, especialmente a las madres, quienes enfrentan el asesinato y el secuestro de sus hijos, así como la desaparición de niñas, en un escenario de sufrimiento y miedo constante. García denuncia que se sienten acosadas por una carga imposible y que han perdido la esperanza en medio de un conflicto que despoja a tantas familias de sus seres queridos y las obliga a buscar refugio lejos de casa. Explica que los recientes acontecimientos han puesto de manifiesto que el desplazamiento forzado podría igualar o superar al ocurrido a comienzos de año, incrementando el drama humanitario.

La historia personal de Carmen Elena García ilustra con crudeza la tragedia que sufre la región. El asesinato de su hijo en agosto de 2024, la lucha por obtener la entrega de su cuerpo y la secuela psicológica en otro de sus hijos, han dejado una marca indeleble en su vida. García señala cómo la angustia y el dolor se han convertido en una constante para las madres del Catatumbo, quienes son las principales víctimas de un conflicto que parece no tener fin. Movilizadas por el dolor, piden al gobierno nacional, y en particular al presidente Gustavo Petro, que impulse un diálogo inclusivo capaz de frenar la espiral de violencia.

"¿Qué consecuencias sociales y psicológicas están enfrentando las familias desplazadas en el Catatumbo?"
El desplazamiento forzado no solo implica la pérdida del hogar y la ruptura de la vida comunitaria, sino también profundas afectaciones en la salud emocional de las víctimas. Los testimonios recogidos por Noticias Caracol, como el de Carmen Elena García, dan cuenta del sufrimiento psicológico derivado de la violencia prolongada, la pérdida de seres queridos y la incertidumbre sobre el paradero de hijos e hijas desaparecidos. Las madres, en particular, se enfrentan a cuadros de depresión, ansiedad y enfermedades somáticas asociadas a la tensión permanente y al duelo no resuelto.
En el caso del Catatumbo, el impacto social trasciende el desplazamiento: comunidades enteras quedan fragmentadas, la educación de los niños y jóvenes se interrumpe y las redes de apoyo se debilitan frente al avance del conflicto. Esta situación crítica resalta la urgencia de respuestas integrales que incluyan atención psicosocial, mecanismos de protección y la búsqueda de una solución política que devuelva la esperanza y la estabilidad a las familias que hoy luchan por sobrevivir.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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